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Otoño a pleno pulmón

Otoño a pleno pulmón

Entre Piedrafita y Tramacastilla se encuentra el Betato, un hayedo mágico que merece la pena atravesar para llegar a uno de los lagos de montaña más accesibles del Pirineo

IRATXE PAÑEDA

Viernes, 17 de noviembre 2017, 10:25

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Pocos meses antes de que la nieve envuelva el Valle de Tena y los esquiadores lleguen llenos de energía para deslizarse por las pistas de la estación de Formigal y Panticosa es el momento de disfrutar de los colores del otoño.

Este valle del Pirineo oscense ofrece innumerables rutas de mayor o menor dificultad, paseos, excursiones de mañana o de jornada completa inmejorables para sumergirnos en la naturaleza y oxigenar nuestras mentes. La elegida en estas líneas es una perfecta combinación de bosque y agua: el ibón de Piedrafita (1.611 metros) por el bosque del Betato.

Arroyo que nos conduce hasta el ibón, donde disfrutaremos de maravillosas vistas. ::
Arroyo que nos conduce hasta el ibón, donde disfrutaremos de maravillosas vistas. :: I.P. RUBÍN DE CELIS

Los Pirineos están llenos de lagos de origen glaciar que en Aragón reciben el nombre de ibones. Muchos se encuentran en altitudes superiores a los 2.000 metros, pero otros son más accesibles, como es el caso de esta salida matinal.

El pequeño pueblo de Tramacastilla de Tena, a medio camino en la carretera que une Biescas y Formigal, colgado a 1.225 metros de altitud con el pantano de Búbal a sus pies y peña Telera como telón de fondo es nuestro punto de partida.

Sus empinadas calles, sus bordas y cuidadas casas de piedra al más puro estilo de montaña son un remanso de paz en estas fechas. Lo ideal es dejar en el coche en el aparcamiento de la entrada del pueblo y dirigirnos hacia la plaza. Aquí tomaremos la calle de la izquierda, desde la que parte el sendero hacia Piedrafita, inicialmente asfaltado, aunque pronto se convierte en un camino de tierra flanqueado por campas que van perdiendo su verdor y árboles que se tiñen de naranjas, ocres y amarillos para regalarnos una maravillosa sinfonía de colores.

IBÓN DE PIEDRAFITA (HUESCA)

  • Cómo llegar Desde Jaca tomaremos la E7 dirección Sabiñánigo y en la primera rotonda cogemos la salida hacia Biescas y seguimos las indicaciones hacia la estación de esquí de Formigal. Pasada Biescas, a la altura del pantano de Búbal, está la desviación a Piedrafita.

Poco después de cruzar el puente sobre el barranco Gorgol –la cascada en estas fechas no es tan espectacular como en primavera, cuando la alimentan las aguas del deshielo– veremos una indicación que nos marca la derecha para adentrarnos en el bosque del Betato.

Ascendemos sobre el suelo enmoquetado por las hojas secas caídas de las hayas que crecen en busca de la luz. La humedad y la luz tamizada por la frondosidad de las ramas le confiere un atmósfera casi mágica.

No es de extrañar que aquí, como cuentan las historias –quién sabe si es leyenda o verdad–, se celebraran reuniones secretas y aquelarres. El siglo XVII fue el momento cumbre de la persecución de las brujas en el Valle de Tena, como lo atestigua la presencia de la Santa Inquisición.

Marcas rojas

Es mejor no dejarse llevar por la imaginación y en el interior del bosque seguir los puntos rojos de la red de senderos de marcha nórdica para no despistarnos. Llegar a un cruce de caminos es la señal de que vamos por buena senda. Tomaremos el derecho, en ligero ascenso –hacia abajo, como marcan las indicaciones, nos dirigiríamos a Piedrafita–.

Continuaremos por el bosque, superaremos una valla de ganado, llegaremos a un prado con vistas a Peña Telera y enseguida enlazaremos con la pista forestal. La subida, suave y constante, en muchos tramos bajo pinos, nos conducirá hasta el refugio de Telera, una borda a la derecha de la pista, rodeada de una campa frecuentada por vacas.

A la izquierda un desvío marca el sendero hacia el ibón, que no reviste mayor dificultad a pesar de los tramos de piedra. Transcurre junto a un arroyo con pequeños saltos de agua que refrescan la vista y alegran el tramo final de nuestra excursión con el murmullo del agua.

Tras alcanzar la parte alta de una loma de hierba y después de dos horas escasas de marcha tranquila surge ante nosotros la maravillosa imagen del ibón resguardado por la imponente mole rocosa de Peña Telera.

Es el momento de abrir la mochila y la cantimplora para sentarnos a disfrutar del inigualable espectáculo natural.

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