'Suburbicon', el reverso tenebroso del sueño americano

George Clooney, dandy donde los haya, el galán incombustible, vuelve a colocarse detrás de la cámara, y no suele hacerlo mal, máxime teniendo en cuenta que el guión lo firma en colaboración con sus colegas los hermanos Coen, con los que ha trabajado en más de una ocasión como actor.

'Suburbicon', basada en hechos reales, es la excusa perfecta para dar un tirón de orejas al racismo que aún impera en EE.UU. (y todo el planeta), con los votantes de Trump en el punto de mira.

Corre el verano de 1959, cuando la emergente clase media estadounidense empezó a mudarse a las afueras, donde se construían viviendas unifamiliares con jardín a precios asequibles. Para muchos fue como un sueño hecho realidad: por fin podrían tener una vivienda en propiedad. Un allanamiento de morada que acaba mal destapa los conflictos de una familia aparentemente perfecta, los Lodge, con papá Gardner, léase Matt Damon, liderando el proyecto de vida.

Bajo el césped bien cuidado de su jardín, el impecable felpudo que da la bienvenida y las alfombras del hogar, dulce hogar, hay una realidad perturbadora escondida que sale a flote sin que los miembros del clan, preocupados por la aparición de afroamericanos en el idílico vecindario, puedan remediarlo: venganza, chantaje y traición. Nadie es perfecto en esta parábola social rodada por el responsable de 'Buenas noches, y buena suerte' o 'Los idus de marzo'.

'Suburbicon' acaba en un estallido de non sense, crece a medida que avanza el metraje para difundir con humor su mensaje. La historia parte de un documental de 1957, 'Crisis in Levittown', donde cuentan lo que pasó cuando William y Daisy Meyers fueron la primera familia afroamericana en mudarse a Levittown.

"El primer día que la Sra Meyers le abrió la puerta al cartero, él pensó que ella era la asistenta y preguntó si la Sra Meyers estaba en casa", explica Clooney. "Cuando le explicó que ella era la Sra Meyers, el cartero fue puerta por puerta preguntando a los vecinos si conocían a los recién llegados. Para cuando cayó la noche se habían congregado unas 500 personas en el jardín gritando consignas racistas, ondeando banderas confederadas y quemando un cruz en el césped de al lado". Desgraciadamente, nos suena de algo.

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