La casa y el ladrillo
En 1417 Poggio Bracciolini, un humanista italiano buscador de libros, se subió a lomos de su caballo iniciando un viaje que le llevaría a visitar ... diferentes conventos alemanes en busca de antiguos manuscritos. Finalmente, tras cabalgar día y noche, encontró en la biblioteca humedecida de un convento el único ejemplar existente de una de las obras más grandes de la antigüedad clásica escrita en el siglo I antes de cristo, 'De rerum natura', el poema filosófico en el que el romano Tito Lucrecio Caro defiende una interpretación materialista del mundo. Lucrecio afirma que detrás de los fenómenos está la verdadera música de la naturaleza capaz de liberar al ser humano del miedo a los dioses y a la muerte para poder iniciar el camino de su emancipación mediante el conocimiento. Poggio Bracciolini copió y difundió ese poema contribuyendo a alumbrar la modernidad a través de una visión del mundo desde su propia naturaleza, huyendo del miedo a lo sobrenatural y de las fantásticas explicaciones como bálsamo contra lo inexplicable.
Sin embargo, asistimos a un festival de la estupidez que mezcla el turismo de tragedia, las opiniones de comedia y las amenazas de miseria. Fernando Valladares, uno de los especialistas más relevantes de nuestro país en Ecología y Cambio Global, fue objeto de múltiples mensajes de odio por señalar la tragedia de la DANA como una manifestación de la emergencia climática. Incluso se sortearon sogas para ahorcarlo como él mismo denunció en el artículo 'Soy un objetivo del odio: por qué no debemos ceder ante el acoso en redes sociales' en el que respondía a la toxicidad del rencor con la generosidad de quien cree que es tiempo de colaborar y reconstruir, de anticiparse y prevenir. Valladares considera que la ciencia no puede ser por sí sola la solución al cambio climático. Ella aporta diagnósticos, herramientas y posibles salidas pero la solución a la crisis climática es también humana y política. Y en esa solución no hay lugar para el odio. Tener que gestionar estas dosis de odio cuando deberíamos reconducir todas nuestras fuerzas hacia esa forma de amor llamada solidaridad dice mucho de una buena cantidad de conciudadanos que son, en realidad, contraciudadanos.
Tal vez no haya nada que hacer pero eso no significa que no haya que hacer nada. Al fin y al cabo habitar es resistir. Al Igual que aquel personaje de Bertolt Brecht que llevaba siempre consigo un ladrillo para mostrar a todos cómo era su casa, nuestro ladrillo es la razón y nuestra casa la esperanza. La vida consiste ahora más que nunca en vivir mientras enfrentamos el peligroso territorio de la interesada mentira servida en bandeja de rencor. Si el ser humano está formado por sus circunstancias tenemos que formar las circunstancias humanamente. Este país necesita más Poggios y menos pollos de alborotadores sin cabeza o sin apenas contenido en su corteza cerebral. Y, como Poggio Bracciolini, debemos salir a galopar entre la incertidumbre sin temor ni temblor.
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