Delicatessen por Santiago y gloria para Urdiales
CRÓNICA ·
El diestro de Arnedo sale a hombros junto a Morante de la Puebla del coso de Cuatro Caminos en Santander y se resarce después de varias citas sin trofeosCon la vida en marcha y la normalidad recuperada, Diego Urdiales regresó en la tarde de este lunes a Santander. Era día grande, Santiago, en ... la capital cántabra y volvió como su gran puerto del norte este año tras quedarse fuera de Bilbao. Y que caprichoso fue el destino que hizo que esta vez sí hincase bandera en el coso de Cuatro Caminos con su toreo que es delicatessen. Tenía codicia su primero en la embestida, no era guapo el toro, muy anovillado, pero se movía y eso ya era mucho si hablamos de un Juanpedro.
Diego tuvo curro en el trasteo de muleta, tuvo que hacerlo todo con aplomo y firmeza. Tenía que llevarlo largo y a media altura porque ahí era cuando rompía. De bella factura imprimió unos cuantos, con la diestra, perfecto el embroque, andándole, pena que no tuviesen continuidad porque hubiese sido lo más. Con el capote logró llevarlo con empaque y dando robustez a la figura. Una preciosa media abrochó después un ramillete de chicuelinas. Lo hizo todo gustándose, recreándose y sintiéndolo. Es Diego. Cuando lo citó con la muleta al natural, el torete ya estaba en las últimas y buscando cobijo en tablas. Se apagó y tuvo que ser todo de uno en uno, dos ya era mucho para el poco carburante que le quedaba. Faena asentada en la que trató de buscar siempre su mejor versión. A ras de tablas enterró el acero. Una oreja.
La corrida
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Plaza de Santander: Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presentación y de escasa presencia.
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Morante de la Puebla: De obispo y azabache. Dos pinchazos, media (silencio); estocada (dos orejas).
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Diego Urdiales: De soraya y oro. Estocada (oreja); estocada caída (oreja).
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Juan Ortega: De azul noche y oro. Estocada (saludos); pinchazo, estocada (saludos).
Superior anduvo con el capote también en el quinto. Le costó fijarlo, pero lo buscó y en el mismo centro del anillo se reunió con él. La media docena de verónicas con las que lo probó tras el puyazo fueron también sensacionales, de un calado máximo, reunidas y de las que atrapan. Con la puerta grande a medio abrir, salió a por todas. Brindó al público y se quedó plantado en los medios. Lo debió ver muy claro Diego porque no es habitual verle ese inicio de faena sin probaturas ni preámbulos. El toro se arrancó con brío, pero la reunión llegó cuando consiguió templar. Fue a la segunda serie por la diestra cuando realmente crujió y después en otra por el izquierdo en la que se vació. El toro se afligió después y se paró hasta el punto de echarse. La espada se le fue esta vez baja pero cortó una oreja y se marchó a hombros.
«Lo hizo todo gustándose, recreándose y sintiéndolo. Es Diego»
La mejor versión de Morante llegó en el cuarto. No tenía el toro un viaje entero porque se consumió en nada, pero le trató de buscar las vueltas hasta que nos aplastó con su torería. De uno en uno obró ese pellizco que solo él es capaz y embaucó con esa personalidad que engancha. Firmó grandes muletazos y logró que la faena fuera a más y cortó dos orejas. Cerró el cartel Juan Ortega, que primero se las vio con un animal sin clase y después con un Juanpedro que se paró pronto. Morante y Diego se marcharon juntos.
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