Horas de espera después

Me encuentro en el Carpa. Apenas llevo hora y media. Algunos de los que me rodean llevan tres. 180 minutos en una silla, y no en condiciones normales, porque a Urgencias se acude en situaciones, valga la redundancia, de urgencia. En otras ocasiones he llegado a esperar hasta 8 horas, sin exagerar. Como todos, daba igual si eras blanca y de ojos azules, si eras una persona negra, niño, anciano…

Hoy escribo porque me remueve el corazón ver cómo los dos únicos médicos que hay en el Carpa tratan de atender a las 31 personas que esperamos. Me remueve ver a una señora retorciéndose de dolor tras 3 horas esperando. Me remueve ver cómo un chico senegalés años se ha ido del centro porque no podía pagar los 128 euros que cuesta el servicio médico. Me remueve ver a otro joven tirado en el suelo porque no puede moverse de dolor en el abdomen...

Y escribo porque se me remueve el corazón cuando me han dicho que una médico lleva dos días trabajando y que aún así, no da abasto. Y sí, porque todos necesitamos en algún momento un médico que nos atienda.

Por eso, en España, en La Rioja y en Logroño deberíamos cuidar nuestro servicio sanitario. Deberíamos cuidar a los que nos cuidan e invertir más en la sanidad pública. Porque invertir en la sanidad es el mayor acierto que puede hacer una sociedad que se preocupa por sus ciudadanos.

Queridos políticos, vayan a urgencias, tan solo unas horas. Miren a las parejas que se dan la mano y apoyan la cabeza en el hombro del otro tras horas de cansancio. Miren a las personas mayores, a los niños pequeños, a los que se retuercen de dolor y a quienes ni se sientan por agobio. Miren, de paso, cuántos médicos hay y en qué condiciones trabajan.

Sean realistas, abran los ojos y miren nuestra sanidad, una sanidad que nos afecta a todos.