Sagasta y el movimiento obrero
José María Buzarra
Domingo, 10 de agosto 2025, 09:10
Esa división era palpable en relación a los movimientos obreros. En España y Europa, tras el éxito temporal de la Comuna de París en 1871 ... y el auge de la Primera Internacional, los gobiernos liberales y conservadores identificaron a las organizaciones obreras con la subversión. Sagasta compartía junto a otros la percepción oficial que veía en esos movimientos una amenaza al sistema liberal-burgués. En contraste con otros liberales más abiertos, Sagasta recurrió con virulencia al discurso satanizando a la Primera Internacional tildándola como «utopía filosófala del crimen». Esta definición subraya su postura ideológica donde las reformas eran admitidas solo dentro del orden parlamentario, pero no así las transformaciones profundas que exigía el movimiento obrero. El que calificó de «utopía filosófala del crimen» no solo reflejaba una opinión personal, sino también la actitud de una élite política liberal europea, empeñada en preservar la estabilidad y contener al proletariado organizado. Una forma de liberalismo que admitía reformas progresistas, pero rehusaba la justicia social entendida como redistribución activa de lo económico. Frente a este posicionamiento cabe recordar lo escrito por Pablo Iglesias Posse, en 'El Socialista' el 25 de noviembre de 1892, sobre la denominada «revolución social» que señala la importancia de dar a conocer a los trabajadores la causa de su inferioridad social, huyendo de la violencia.
Conclusión: Los liberales impulsaron avances importantes en su época, como la Ley de Asociaciones de 1887, que legalizó sindicatos como la UGT y permitió la actividad del PSOE, y la Ley del Jurado de 1888, que fortaleció la libertad de imprenta al eliminar la censura previa y limitar la jurisdicción militar en delitos de opinión. Juzguen ustedes.
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