Perder el alma

El mundo perdió su alma en Auschwitz, en Bergen-Belsen, en Camboya, en Srebrenica, en Ruanda, en Birmania. Y en este momento en el que ... yo escribo estas líneas, usted desayuna frente al mar o termina la última serie de Netflix, también la está perdiendo en Gaza. La perdió hace tiempo, para ser exactos. Las cifras abruman, pero es obligado repetirlas. En Gaza, cerca de 18.000 niños y niñas han sido asesinados desde octubre de 2023. Cada día, mientras vamos con nuestros hijos e hijas a la piscina, Israel mata a 28 menores, más que los escolares de cualquier aula logroñesa. Los datos son de Unicef. ¿Somos capaces de hacernos una idea? Asistimos a una violación sistemática del Derecho Internacional y de los Derechos Humanos en un escenario donde el hambre y la sed son dos armas de guerra empleadas contra una sociedad absolutamente devastada, con ciudades arrasadas, escuelas destruidas y hospitales aniquilados. Estamos frente a un genocidio a los ojos de todo un mundo perpetrado por Israel con la complicidad de muchos países, porque variadas son las maneras de ser cómplice; el silencio, la más común. ¿Llegará un día la cordura? Ojalá. Pero que quienes nos gobiernen no nos engañen diciendo que estuvieron allí denunciando la situación y apelando al humanismo. Porque estarán mintiendo.