En una mirada hacia el mundo que, aunque lejano, condiciona directamente lo que ocurre «en casa», parece que los hados están depositando su timón político ... en manos que presagian ser cualquier cosa menos buenas.
El oscurantismo, la tiranía, la agresión, la falta de ética y la humillación parecen tejer el entorno internacional que nos rodea. Si, como dice el evangelio «por sus hechos los conoceréis», remitirse a ellos ofrece una clara imagen de los oscuros, ruines, despóticos y violentos métodos de Putin com líder; los de Xi Pinging no se quedan a la zaga, agazapado en un círculo de adeptos incondicionales a base de purgas o humillaciones públicas de grandes dirigentes como el antiguo presidente Hu Jintao, ejerce el timón en una China replegada en sí misma con un despótico poder absoluto hacia un camino de arrogancia diplomática, más ofensiva militarmente, con una estrategia basada en la fuerza como base para dividir y debilitar a los demás, especialmente a Europa. En otro vértice resalta lo que está tristemente sucediendo en Irán a la vista de todos, a pesar de la drástica censura: el oscurantismo, la tiranía, la misoginia, la corrupción y su crueldad sin límite desde la llegada de los ayatolás al poder, no hacen sino retroceder a un país en el que, aún a costa de la vida de los jóvenes que salen a la calle protestando contra ello, no ceden en su tiranía ni métodos de encarcelar o asesinar a los que buscan un halo de aire fresco, falsificando verdades evidentes, sembrando tensiones, alimentando la desestabilización, o financiando grupos terroristas. En este escenario de probadas 'buenas manos', entre otros actores, queda la incógnita del resultado de las elecciones brasileñas y la histriónica nueva salida a escena del ya conocido Trump. Pero lo peor es que Rusia, Irán, China y los otros posibles configuran un emergente eje anti-occidentalista que augura una época turbulenta en la que solo faltaba la noticia del control de Twitter a manos del controvertido visionario millonario Musk, de reputada falta de ética, que vuelve a poner en las malas 'buenas manos' de los amantes del oscurantismo, un medio de difusión de mentiras y creación de odio como quedó patente en el ataque al Capitolio.
Retroceso humano, retroceso geopolítico y posible retroceso en la democracia y convivencia mundial si faltan las buenas manos políticas que defiendan no renunciar a los derechos humanos adquiridos y principios democráticos.
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