Zambombazo de Guillermo Hermoso de Mendoza, que sigue la estela de su padre

Los aledaños de la plaza una hora antes del festejo estaban llenos de vida, tenían esencia y desprendían tanta felicidad que nos hacían recordar que estamos vivos y que hemos vuelto. Era la luz que necesitábamos en este túnel oscuro. Estábamos ante la imagen de un regreso soñado. Dentro, increíble la plaza, que abría sus puertas con un 50% de aforo. Sobre los tres cuartos anduvo la entrada. Un minuto de silencio nos hizo recordar la dureza del camino recorrido hasta llegar aquí. Sonó el himno nacional como homenaje a todas aquellas vidas que el virus se ha cobrado durante la pandemia.

Algo incierto era el toro tercero, con el que Guillermo triunfó primero, pero tenía esa transmisión y picante que llega pronto al tendido. Guillermo se trabajó una faena que fue a más, a medida que atemperaba al toro. A lomos de 'Ecuador' surgió todo. Al quiebro clavó una banderilla citando de punta a punta del ruedo. Esperando, citando, y resolviendo todo en un palmo de terreno. La mecha prendió. Repitió por el mismo palo y en este segundo encuentro hubo más ajuste. El público encendido se metió de lleno en la faena. Cerró con una rosa y un espectacular par de banderillas cortas a dos manos, ya metido entre las dos rayas. En las cercanías eclosionó la faena que cerró con un rejonazo con el que rodó el toro. Dos orejas a una gran faena que el público gozó.

Con el que cerró la tarde Guillermo también hizo disfrutar al público, con una faena muy meritoria ante un toro que presentó más complicaciones. Fue más incierto y complicado, pero no se quedó atrás y se entregó al completo. Puro nervio delante de la cara del toro, esa chispa que nos hizo partícipes de la faena. Las cortas a dos manos fueron épicas esta vez. Brillante. Qué nivel.

Pablo Hermoso de Mendoza volvió una vez más a La Ribera abriendo cartel. Nuevamente demostró su veteranía y la enorme capacidad e inteligencia que tiene delante de la cara del toro, esa que le ha catapultado a ser la gran figura del toreo. A su primero lo llevó muy cosidito con 'Berlín'. El toro tenía codicia y acometía con nobleza. Se sintió a gusto y lo toreó bonito, llevándolo hilvanado a la montura, dándole el pecho siempre al toro. Le faltó picante al animal para que llegase más la faena. Falló con el descabelló y quedó en palmas. También marró con los aceros en el cuarto, al que le armó una faena más compacta y de mayor transmisión. Enormes fueron esas hermosinas, muleteando al toro con la grupa pegado a tablas. Parecía un juego fácil todo lo que ocurría en el ruedo, pues era tal el dominio con el caballo que aquello encajó pronto en el tendido. La faena fue a más cuando desafiaba al toro con ese empaque que dan los años. Falló y quedó en ovación.

Sergio regresó a Logroño con un concepto muy depurado, torero y bastante clásico. El riojano se mostró cuajado, con las ideas claras. Anduvo resolutivo en sus dos faenas. A su segundo poco pudo hacer, pues le tocó un toro con movilidad pero muy áspero. Se fue apagando poco a poco y Sergio no llegó al tendido pese al empeño con el que llevó a cabo toda la labor. La buena actuación llegó en su primero, al que cuajó sobre todo a lomos de 'Pantera', un animal nuevo con el que quiere revolucionar. Sorprendió al público dejando que el caballo le diese pequeños mordiscos en la testuz al toro. La faena tuvo reunión y empaque, aunque no terminó de despertar al tendido. Se le notaban las ganas de triunfo a este riojano. La tarde se la llevó Guillermo, que puso la chispa de la juventud.