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Parecía un turno normal, un lunes cualquiera. La jornada arrancó como siempre, las horas transcurrían con la rutina del primer día de la semana, pero ... a las 12.36 horas saltaron todas las alarmas y a los sistemas llegó un mensaje críptico, casi apocalíptico: fallo en el suministro en el Hospital San Pedro. Ni hasta cuándo ni por qué. Eran las palabras que nadie quiere escuchar y más en un sistema que maneja unas cifras descomunales: consume 21,2 millones de kilowatios hora al año, el equivalente a toda Calahorra, y la factura supera los dos millones de euros anuales.
No se conocían más detalles. Si afectaba sólo al complejo, a la manzana, al barrio, a la ciudad... Al instante y de forma automática entraron en funcionamiento los tres grupos electrógenos, pero también había que identificar el origen del fallo. No tardaron en detectar que el problema era que no entraba electricidad por ninguna de las dos líneas con las que cuenta el San Pedro y que fueron diseñadas para que, si falla una, se pueda conectar la otra, pero «en este caso ninguna de las dos líneas tenía red». Quien así lo relata es Vanesa Jiménez Lacarra, subdirectora de Infraestructuras y Servicios Técnicos del Seris, que el pasado 28 de abril tuvo que bregar con una de las jornadas más intensas en sus más de veinte años trabajando en infraestructuras en sanidad. «Nunca había vivido algo similar, sobre todo por la duración del corte y por la incertidumbre, porque no sabíamos en qué momento íbamos a volver, podían ser unas horas o días».
Vanesa Jiménez Lacarra
Subdirectora de Infraestructuras y Servicios Técnicos del Seris
Desde la subdirección había que comprobar que, con los grupos electrógenos en marcha, todos los sistemas estaban funcionando correctamente y que estaba controlado el consumo y las cargas del hospital, básicamente porque hay niveles de prioridad, con los quirófanos, las UCI, y las urgencias a la cabeza. «Teníamos los grupos y el gasoil del que se alimentan», explica. Los 30.000 litros que hay en los depósitos calculaban que podrían alimentar a los mastodónticos generadores tres o cuatro días, pero no sabían cuánto más se podía extender el corte.
En previsión, contactaron con dos centros de distribución cercanos para que abastecieran al hospital. No todo fue tan fácil porque también fallaban las comunicaciones. Había dificultad para llamar, así que Vanesa Jiménez, junto con otro ingeniero de hospital, se trasladó a la gasolinera de Jubera para que les suministraran gasóleo. Contactaron con el camión que abastece a domicilio, pero había un problema, no podían extraer el combustible de los depósitos porque no tenían suministro. Optaron por alquilar un grupo electrógeno pequeño, parecido a los que hay en cualquier finca y que funcionan con gasolina. Gracias a él pudieron llenar un camión y aumentar las reservas que garantizarían el suministro durante más tiempo. Cuando todavía estaban en la estación de servicio, se acercaron la Guardia Civil y la Policía Local. Querían suministrar a las residencias de personas mayores y «nos pidieron que les dejáramos el grupo. Se lo dejamos, por supuesto. Hasta el día siguiente no lo recogimos».
El resto del día hasta que se recuperó el suministro, en torno a las 17.00 horas, el objetivo era controlar que todo funcionara correctamente e informar puntualmente a la dirección del hospital.
Jiménez Lacarra reconoce que ese día hubo dos momentos críticos. El primero, cuando se dieron cuenta de que era un fallo del suministro eléctrico «que va a durar mucho tiempo porque en un hospital tenemos que garantizar determinadas áreas críticas, no sólo las UCI, porque también llegaron pacientes que dependen de un equipo, como puede ser de oxigenoterapia, para poder conectarlos a la red«. «En esos momentos te das cuenta de la importancia que tiene el suministro eléctrico para todos, incluso para mantener la vida de muchos pacientes».
El segundo momento crítico se produjo cuando Iberdrola les informó de que iba a volver el suministro. «Había cierto temor porque sabes que se va a recuperar, pero puede haber problemas, porque no todo es fácil. Estuvimos unas cuantas horas más controlando que fuera estable, el miedo era que pudiera tener inestabilidad». A eso de las 22.00 horas, Vanesa Jiménez pudo volver a casa, después de una jornada como no recuerda igual.
¿Por qué no se utilizó la instalación fotovoltaica? Por seguridad, explica, porque en el momento en el que hay un fallo en el suministro se corta la producción. Cuando se puso en marcha la instalación solar querían poder suministrar al hospital durante un fallo del suministro con esa energía, «pero no nos lo permiten por seguridad, por el peligro que podría suponer meter energía en la red si Iberdrola la ha cortado por obras». «Ojalá nos permitieran abastecernos de esa energía porque a las 12.30 horas nosotros estábamos produciendo energía solar a tope con nuestras placas».
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