Antonio Martín | Experto en lenguaje claro
«Con un lenguaje claro podemos ejercer mejor nuestros derechos»Martín considera que la opacidad, además de «generar molestias», «sobrecarga de trabajo a la Administración»
Adentrarse en la prosa de la Administración requiere, en demasiadas ocasiones, de paciencia, altas dosis de capacidad comprensiva y hasta de un intérprete. Desde hace ... años existe un movimiento denominado 'lenguaje claro' que trata de que esos trámites farragosos se conviertan en algo mucho más sencillo. Antonio Martín es uno de los embajadores de este lenguaje claro, englobado en el movimiento mundial PLAIN, y hoy termina su curso de tres jornadas dirigido a los trabajadores públicos riojanos para lograr una mayor claridad en los textos administrativos y también en la relación con los ciudadanos.
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Un ejemplo para comprender el lenguaje claro
– ¿Por qué los administrados no entendemos a quien nos administra?
– El lenguaje administrativo no se ha cambiado durante décadas y las personas mantenemos una relación de pleitesía con las instituciones, no de ciudadanía. Es un lenguaje que no controlamos y ya es hora de cambiar esa niebla que no nos permite reconocernos en la Administración. Desde hace años se han puesto en marcha diversas iniciativas para lograrlo.
– ¿Por qué la Administración se mantiene voluntariamente opaca?
– Porque siempre se hizo así. Y eso es lo peor que te pueden decir. Nadie se atreve a cambiarlo. Es como en el cuento del traje del emperador: todos saben que está desnudo pero nadie se lo dice. Ahora ya se lo comentan y él mismo se ha dado cuenta, por lo que se empieza a cambiar. Y hay que decir que el lenguaje claro no tiene ningún sesgo político: ni es de izquierdas ni de derechas.
– ¿Por dónde debe empezar el cambio?
– No se trata de una iniciativa ciudadana. El plan de lenguaje claro se tiene que implantar desde arriba, desde la cabeza, y que llegue a todos los estratos por capilaridad. Llevamos años formando en esta clarificación, pero si el jefe pregunta por qué se ha cambiado un texto, el que está debajo va a pensar que no está bien hecho.
– ¿Cómo se puede cambiar?
– Desde la formación y la consultoría. No se trata solo de escribir en frases cortas, sino en pensar qué se quiere decir y ofrecer documentos claros en lenguaje y aspecto. Ya hay administraciones, como en Aragón, la Generalitat de Valencia o el Ayuntamiento de esa ciudad, que han avanzado mucho.
Consejos
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Redacción Cuando se deba redactar un texto, explica Antonio Martín, «hay que pensar en cómo se lo contarías a tu cuñado y anotarlo palabra por palabra. La sencillez en ocasiones asombra».
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Exposición Evaluar qué es lo que se quiere que el ciudadano entienda y qué se quiere que haga, teniendo en cuenta listados, presentando la documentación como A, B y C... También se deben evitar frases largas, pero sobre todo tener empatía. «Muchas veces las personas se enfrentan a la Administración en situaciones complicadas o críticas y lo último que necesitan es sentirse desamparados e incomprendidos», resalta Martín.
– ¿Y La Rioja?
– Fue una de las regiones pioneras y en 2017 acogió, con Fundeu y la Fundación San Millán, un encuentro de especialistas. Se está ofreciendo formación y existe un interés por el cambio.
– ¿Cuáles son las claves de un texto claro?
– Lo primero es que se pueda localizar rápidamente la información. Lo segundo, que cuando se localice se tiene que comprender. Y, en tercer lugar, con lo comprendido, se puedan tomar decisiones.
– ¿El lenguaje oscurantista llega a generar sobrecarga de trabajo en los empleados públicos?
– Sí. Crea bucles, pérdidas de tiempo, genera molestias... Se trata de una incomodidad que, por costumbre, apenas percibimos, pero es una merma en nuestros derechos. Y a la Administración le sobrecarga de trabajo.
– ¿Qué se lograría con unas comunicaciones en lenguaje claro y comprensible?
– Tener la seguridad de lo que estás haciendo y tener confianza. Muchas veces recibes un mensaje de Hacienda y tiemblas porque no entiendes qué es. Con un lenguaje claro podemos ejercer mejor nuestros derechos.
EJEMPLO DE CLARIDAD
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Original de larioja.org
«El Impuesto sobre el Patrimonio es un tributo de carácter directo y naturaleza personal que grava el patrimonio neto de las personas físicas, en los términos previstos en la legislación citada. A los efectos de este Impuesto, constituirá el patrimonio neto de la persona física el conjunto de bienes y derechos de contenido económico, de que sea titular a fecha de devengo (31 de diciembre de cada año), con deducción de las cargas y gravámenes que disminuyan su valor, así como de las deudas y obligaciones personales de las que deba responder».
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En lenguaje claro
El Impuesto sobre el Patrimonio en pocas palabras:
¿Qué es?
Un impuesto que pagas por la riqueza que posees (propiedades, ahorros e inversiones).
¿A quién afecta?
Solo a las personas con un patrimonio neto superior a 700.000 euros.
¿Qué se tiene en cuenta?
El valor a 31 de diciembre de tus bienes y derechos (casa, dinero en el banco, acciones, etc.), menos tus deudas.
¿Cuándo se paga?
Entre abril y junio del año siguiente. Igual que la declaración de la renta.
¿Cómo se calcula?
Se aplica una escala progresiva, lo que significa que pagas un porcentaje mayor cuanto más rico seas.
¿Hay excepciones?
Sí, por ejemplo, la vivienda habitual hasta un valor de 300.000 euros no se tiene en cuenta. Tampoco las participaciones en empresas familiares.
En resumen:
El Impuesto sobre el Patrimonio grava la riqueza de las personas físicas.
Solo se aplica a los que tienen un patrimonio neto superior a 700.000 euros.
Se calcula sobre el valor de los bienes y derechos a 31 de diciembre, menos las deudas.
Se paga entre abril y junio del año siguiente.
Hay excepciones, como la vivienda habitual hasta 300.000 euros.
Esta información es solo una guía general. Para obtener información específica sobre tu caso particular, consulta a tu Administración.
«No somos tontos por no entender un texto»
En demasiadas ocasiones, ante un acto administrativo, nos viene a la cabeza esa escena de los hermanos Marx: «La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte...». Y Antonio Martín reconoce que esa percepción es cierta. «Hay un estudio que cifra en el 85% de los documentos públicos como difícilmente comprensibles. Y un estudio de la asociación ATA para autónomos y pequeñas empresas comprobó que el 40% de las ayudas no se activan porque no se entiende. Eso es gravísimo», resalta.
Desde PLAIN (Asociación Internacional de Lenguaje Claro, en sus siglas en inglés) se resalta que un texto claro no ofrece más inseguridad jurídica. «Hay personas que resisten a la claridad por esa razón, pero se puede formular un texto claro y añadir el aparato jurídico como un adjunto», incide Martín.
El trabajo para simplificar el primer paso hacia una comunicación con los entes públicos es largo: «Va a llevar mucho tiempo, igual estamos hablando de diez años. Porque de lo que trata el lenguaje claro es de enseñar empatía, pero también de demostrar a los ciudadanos que no somos tontos por no entender un texto. Es un prejuicio hacia nosotros mismos. Si en Noruega o en Nueva Zelanda un ciudadano recibe un documento que no entiende, se enfada porque la tonta es la Administración».
Pero en ese camino largo, este experto reconoce que se han encontrado un aliado: la inteligencia artificial. «La IAhabla claro y está imponiendo un modelo de comunicación», concluye.
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