Futuro. ¿Qué necesita La Rioja para el año 2050?
En un mundo acelerado y ya hiperdependiente de la tecnología, distintos representantes sociales analizan las necesidades de la comunidad para mejorar su competitividad
En el año 2050 tal vez tomar un pincho en la calle Laurel signifique enviar un código, ponerse unas gafas de realidad virtual y recibir en casa una pastilla (o quizás unos impulsos eléctricos en el cerebelo) que equivalgan a un champi, una gilda, unas bravas o un criancita. También es una hipótesis que nuestros desplazamientos sean por aire, que no padezcamos enfermedades o que la inteligencia artificial sea la que trabaje mientras nosotros nos dedicamos a la contemplación o al macramé.
Publicidad
No hay ninguna bola de cristal que nos muestre cómo será La Rioja en ese 2050 y lo cierto es que la aceleración tecnológica vivida en las últimas décadas hace que las predicciones resulten quimeras. Pero con su experiencia e intuición, distintos representantes sociales y económicos de La Rioja sí tienen claro cuáles son los cimientos que, en cada sector, hay que afianzar para que la comunidad continúe siendo competitiva, habitable y económicamente pudiente.
Para Eduardo de Luis, presidente de la Federación de Empresas de La Rioja, se trata de «retos ilusionantes». «Debemos mantener y aumentar nuestro peso industrial, trabajando en la diversificación de sectores y actividades emergentes apoyados en la tecnología y la digitalización y la I+D+I», avanza, llevando esos avances a las pymes, con unos empresarios que cuenten con «vocaciones y dignificación social».
Según De Luis, la formación (profesional y universitaria) es clave, así como «retener el talento de los jóvenes en La Rioja, para evitar el despoblamiento y envejecimiento de la población que afecta al relevo generacional».
Y, cómo no, «seguir mejorando y modernizando infraestructuras de comunicación por aire, ferrocarril y carreteras con conexiones rápidas a los principales nudos de comunicación».
Los empresarios también apuestan por que La Rioja sea «una región ejemplar en la menor presión fiscal y un modelo de simplificación administrativa».
Publicidad
Demandas todas que persiguen el mismo fin: la competitividad. Y ahí coinciden los empresarios con el sector vitivinícola, la mayor 'empresa' de La Rioja pese a los recientes vaivenes. Fernando Ezquerro, presidente del Consejo Regulador, hace bandera de la «resiliencia» de la Denominación ya centenaria para afrontar grandes retos marcados por el «descenso generalizado del consumo del vino», el «cambio climático y una coyuntura internacional desfavorable».
La mejora de las infraestructuras o planes industriales y energéticos serán claves
«Para seguir siendo el motor económico y social, tan trascendental y decisivo y continuar generando valor a lo largo de toda la cadena, debemos conservar ese espíritu de autoexigencia que siempre ha caracterizado a Rioja y ser mejores cada día, superándonos constantemente, con lealtad, devoción y manteniendo la ilusión que siempre hemos demostrado», incide Ezquerro. «Esto nos llevará a cumplir otros 100 años brindando por todas las personas y los aciertos que lo han hecho posible», concluye.
Publicidad
En 2050 es probable que sigamos bebiendo vino (siempre Rioja) y que sigamos habitando en casas. Por eso Carlos del Rey, presidente de CPAR, aboga por mimar a la construcción, lo que, en primer lugar, pasa por «ampliar infraestructuras ferroviarias y viales que conecten eficientemente La Rioja con el eje mediterráneo y el norte». Bien conectados y con población, tocaría, según Del Rey, «apostar por la rehabilitación energética del parque inmobiliario, haciendo viviendas más sostenibles y eficientes» y «fomentar la construcción de vivienda asequible y bien conectada, evitando la dispersión urbana y la despoblación rural».
El responsable de la patronal de los constructores también considera que el envejecimiento será un reto y tocará «potenciar la colaboración público privada para regenerar barrios envejecidos» y desarrollar «viviendas adaptadas al envejecimiento». Todo eso será posible si hay personal formado y suelo urbanizable gracias a «una planificación clara y ágil».
Publicidad
Los retos de cada sector
-
Empresarial: Aumentar el peso industrial de La Rioja, mejorar las infraestructuras y retener talento.
-
Vino: Los grandes retos son el descenso del consumo, el cambio climático y una coyuntura internacional desfavorable.
-
Construcción: Regeneración del mercado inmobiliario, adaptación a las personas mayores y suelo bien planificado.
-
Energía: Necesidad de una industria sólida de la mano de la capacidad de generación energética.
-
Trabajadores: Rebaja de las jornadas laborales, aumento de los salarios, formación y lucha contra la siniestralidad laboral
-
Universidad: Una UR con Medicina y Tecnología del Lenguaje que apostará por la digitalización sin olvidar «el enfoque humanístico».
Campo, construcción y... ¿cómo será la industria que ya piense en el siglo XXII? Para Alberto de Carlos, del Colegio de Ingenieros Industriales de Aragón y La Rioja, esta debe ir de la mano de la energía ya que son «dos vectores principales que, además, pueden convivir perfectamente con la idiosincrasia y la singularidad del paisaje y el agro riojano». Para este experto energético, el crecimiento de La Rioja pasa por «una industria sólida que disponga de los recursos energéticos necesarios para la mejora productiva y el ahorro de costes más allá de fórmulas populistas del autoconsumo».
Y para eso «no se puede esperar a 2050 para tomar medidas de choque». De Carlos aboga por la «ambición» para apostar por «la economía circular como eje de sus políticas agroindustriales». También ve necesario impulsar «la valorización de residuos» y «construir plantas de energía renovable próximas a los centros de producción», sin olvidar el gas ni las oportunidades del hidrógeno a través del corredor H2Med.
Publicidad
¿Y los trabajadores?
Además de infraestructuras, economía, energía... uno de los grandes interrogantes para los próximos 25 años es saber cuál será el papel de los trabajadores y, por supuesto, sus derechos y obligaciones. Para Jesús Izquierdo, secretario general de UGTLa Rioja, «si se proyectan las necesidades actuales», una de las necesidades será «valorar justamente tanto en retribuciones como en tiempo de jornada laboral» el desempeño de los riojanos.
El responsable sindical aboga por una «distribución más justa de la renta y la consecución paulatina del pleno empleo». Lograrlo pasa por «una reducción inmediata de la jornada laboral, incremento de los salarios mediante el impulso de la negociación colectiva, una mejora sustancial de las políticas de orientación y recualificación de desempleados y una mayor capacidad para retener el talento».
Noticia Patrocinada
Por último, Izquierdo también aboga por «superar las deficiencias de sensibilización empresarial en salud laboral» para «reducir drásticamente el volumen de siniestralidad y especialmente eliminar las muertes en el trabajo».
Mientras, Rodrigo Alfaro (Comisiones Obreras) defiende que «el futuro del trabajo en La Rioja debe construirse desde hoy con derechos, justicia social y protagonismo de las personas trabajadoras». «Para 2050, aspiramos a una comunidad con salarios dignos, donde la riqueza se reparta de forma equitativa y nadie se vea obligado a salir de su casa para trabajar. La salud laboral debe ser un derecho garantizado, con tolerancia cero a la siniestralidad y atención prioritaria a la salud mental. La digitalización y la IA han de gobernarse con criterios democráticos, asegurando empleos de calidad y formación continua», reseña.
Publicidad
El líder de CCOO apuesta también por «unos servicios públicos fuertes y un sistema de cuidados que ponga la vida en el centro». «La Rioja debe ser un modelo de trabajo decente y futuro compartido», añade.
Un futuro que también deberá sostenerse en una institución clave: la Universidad de La Rioja. Y en los próximos 25 años hay retos ilusionantes. El primero «la implantación del grado en Medicina, al que podrán seguir nuevas titulaciones de máster y doctorado en Ciencias de la Salud», explica la rectora Eva Sanz Arazuri. Este impulso supondrá también «una profunda reconfiguración del campus, con tres nuevos edificios» que permitirán «adaptar el modelo académico a las nuevas exigencias sociales y a las tendencias emergentes».
Publicidad
La UR ya está preparando una formación «más flexible y personalizada», con objetivos como el grado en Tecnología del Lenguaje. Así se logrará una UR más internacional, con unas «aulas convencionales que irán perdiendo protagonismo para ir ganándolo los entornos inmersivos físicos o virtuales», con un papel clave de la inteligencia artificial sin olvidar «el enfoque humanista y ético». «El campus se redefinirá como un espacio de convivencia, creatividad y transferencia de conocimiento, abierto a la ciudadanía y en estrecha colaboración con el tejido productivo y social», concluye Sanz Arazuri.
¡Oferta especial!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión