«Le quieres como si fuese un hijo o más, porque hay gente que ha confiado en ti»
Eugenio Marín y Divina Palacios decidieron convertirse en familia de acogida en plena pandemia y desde entonces han dado cariño en su hogar a dos bebés
Ella se enteró del acogimiento familiar en el chiquipark que regentaba junto a su hermana y él, en su trabajo, en la unidad de la ... Policía Científica, en la Jefatura Superior de La Rioja. Hablaron y se decidieron, sin dudas, en una época que nos marcó a todos. «Estábamos en plena pandemia y tuvimos que hacer los cursillos por videoconferencia», arranca su relato Divina Palacios. «Empezamos el proceso al principio muy ilusionados y ahora, que acabamos de terminar el segundo acogimiento, pues muy contentos», tercia Eugenio Marín.
«Nuestro tipo de acogida es de urgencia, suele ir de tres a seis meses, aunque se puede alargar un poco más. Siempre nos han asignado bebés y mi madre siempre bromea y nos dice 'con lo bien que los cuidáis, os van a dar siempre bebés'», sonríe Divina.
«El primero llegó a casa con tres meses de vida, del hospital tras ser operado, todos con mascarilla, siempre medio aislado... Pero siempre que echamos la vista atrás no nos quedó la percepción de que tuvimos un niño enfermo. Era bueno y superespabilado», detalla él. «Era muy bueno y muy muy listo, llegó a casa el día de la Lotería, el 22 de diciembre de 2022 y estuvo ocho meses con nosotros, hasta el 20 de agosto de 2023», recalca ella.
Casi un año después, otro ser menudo llegó a sus vidas. «Era más bebé todavía. Nació el 18 de julio del año pasado y el día 30 nos lo llevamos del hospital con 12 días de vida y ha estado con nosotros hasta abril hasta que pudo volver con su familia», explica Divina sin poder retener alguna lagrimilla. Pero la tristeza dura poco. «Esta tarde lo vamos a ver, mantenemos una relación muy buena con la familia, con los padres, y están superagradecidos. De esto también aprendes y una de las cosas es que no hay que juzgar a nadie, que todo el mundo en la vida tiene dificultades. Nos llevamos un par de días a la semana al peque», aclara Eugenio.
«Ellos son muy jóvenes, sobre todo ella, un día me preguntó que cuantos años tengo y cuando le dije que 47 me dijo 'pero si solo tienes 1 año menos que mi madre'. Así que en vez de perder al chiquillo es como si hubiésemos ganado a unos hijos y a un nieto, estamos como abuelos jóvenes apoyando a los más jóvenes, para que salgan adelante», incide su mujer.
«Todo es muy bonito, eso no quiere decir que haya sido fácil. Cuando el niño se va hay un impacto emocional, es un duelo que hay que pasar», admite Eugenio, mientras asiente Divina: «Duele, claro, le coges cariño, le quieres desde el primer día, sienten la necesidad de cuidarle de protegerle. Le quieres lo mismo que si fuese tu hijo o incluso más porque tienes además la responsabilidad adquirida de que hay gente que ha confiado en ti».
A ambos no les quedan dudas: «Das mucho, pero recibes mucho más», coinciden para animar a los riojanos a acoger. «Al principio asusta, pero que se quiten de la cabeza el yo no podría, porque tienes todo el apoyo de Servicios Sociales y de Cruz Roja. Y en cuanto a la duda por el dolor de la despedida, aunque lo pasas mal al principio luego te queda la satisfacción de haber contribuido a que un niño tenga la oportunidad de una vida normal, una vida mejor».
«Todas las personas tendrían que acoger, al menos una vez en la vida», aconseja Eva Martínez Miranda
Eva Martínez Miranda empezó en 2018 y ya suma tres acogimientos. «Era una cosa que siempre había querido pero nunca la hacía, hasta que un día escuché una campaña por la radio y me animé. Hice los trámites, el cursillo y poco tiempo después acogí a un niño de año y medio durante un año, hasta que lo adoptaron; luego acogí a una niña de la misma edad en 2019, que todavía está conmigo en acogimiento permanente; y entre medias tuve a niño pequeñito», resume una experiencia que considera maravillosa, aunque tuvo sus mazazos iniciales.
«La despedida del primero fue muy dura, sabía que lo iba a pasar mal, pero tampoco tan mal. Fue muy doloroso y, de hecho, todavía me emociono, pese a que he tenido la suerte de que he seguido viéndolo, lo mismo que al otro pequeño, que se fue hace ya dos años», admite, para añadir que «he tenido mucha suerte porque han sido todos muy buenos. Aunque yo les he intentado dar mucho, ellos me han dado todo. Te sientes a gusto, es difícil de explicar, es el cariño, el ver que has hecho algo bueno y bien… Te dan todo».
Ella lo tuvo claro desde que tomó la decisión. «Con el primer niño mucha gente me decía que estaba loca, que luego me lo iban a quitar. Pero realmente no te quitan nada, no te lo dan, lo tienes que acoger sabiendo que se tiene que marchar, claro que lo pasas mal, pero luego te queda la satisfacción de decir que has hecho algo bueno por él», asevera, para animar al resto de riojanos: «Yo a todo el mundo le digo que tendría que acoger, por lo menos una vez en la vida».
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