Los campus riojanos mueven ficha en los procesos de evaluación por el auge de la IA
La inteligencia artificial obliga a UR, UNIR y UNED a estar vigilantes para aprovechar sus beneficios sin desvirtuar la enseñanza
La inteligencia artificial ha llegado a nuestras vidas aunque en ocasiones nos cueste verlo. Son parte esencial de lo que está detrás de los ... asistentes de voz, de las recomendaciones publicitarias en la web, de los reconocimientos faciales, de la geolocalización, del diagnóstico de pruebas médicas incluso del control de los rendimientos del viñedo de la DOC Rioja.
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A los más añosos, los cambios puede que les superen o, directamente, les resbalen. Pero los más jóvenes, nacidos entre móviles de última generación e hiperconectados a la red, saben o intuyen de las posibilidades que la IA, a través de sus múltiples caras y etiquetas, les ofrece. Y es en su ámbito de desarrollo, el de los estudios, donde más se percibe esta pujanza.
La inteligencia artificial se ha convertido en maestro, guía y referente de buena parte de ellos. Pero también en aliado e, incluso, suplantador del esfuerzo y el trabajo diario. Cuando se implantó el denominado 'plan Bolonia' en el ámbito universitario se hizo mucho hincapié en el proceso de aprendizaje, basado en la combinación de conocimientos, destrezas y competencias. La evaluación continua pasó a ser casi tan importante como los exámenes y se incentivaron las prácticas. Hoy, todo eso se mantiene, pero la irrupción de la IA ha supuesto que los planteamientos cambien.
Recientemente, la Fundación Conocimiento y Desarrollo publicó su estudio 'Uso y percepción de la IA en el entorno universitario', que cifraba en el 89% el número de alumnos de grado que emplea alguna herramienta de la IA en su desempeño académico. De esos, más de un tercio la emplea diariamente y otro 44% varias veces a la semana. Y, lo que resulta más curioso, dos de cada tres consideran que mejora «significativamente» su rendimiento, mientras que perciben que sus universidades no fomentan su utilización o lo restringen.
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Las tres universidades de La Rioja (UR, UNIR y UNED) ya están moviendo fichas para dar respuesta a los interrogantes y dudas que presentan estas nuevas herramientas, aunque con un paradigma claro, como expone Eva Asensio, directora de Innovación Académica de UNIR: «Prohibirla no tiene sentido, es buena si se emplea bien».
En este sentido, Asensio sí que ve necesario un cambio. «Estamos transformando el tipo de actividades formativas porque no se puede pedir lo mismo en un mundo con IA que en uno sin IA», explica con un ejemplo: «La inteligencia artificial puede hacer bien un resumen, pero si le añades otros 'outputs', por ejemplo, una presentación en vídeo, eso ya implica reflexión y trabajo». Además de que en el proceso creativo desde UNIR se exige a los alumnos «transparencia».
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Por su parte, Adriana Díez, directora académica de Formación del Profesorado e Innovación Docente de la UR, comparte ese diagnóstico. «Con la IA el sistema de evaluación cambia. Un trabajo escrito ya no puede ser suficiente, hay que presentarlo, defenderlo y demostrar que por parte del alumnado existe una revisión crítica», abunda.
La UNED, por ejemplo, en algunas asignaturas que antes se podían aprobar con un trabajo, ahora se exige un examen escrito para evitar la sombra del fraude y el plagio. «Podrás utilizar la IA, pero dime para qué y coparticipa en la creación», añade Asensio.
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Olfato y Turnitin
Ante la posibilidad de fraude, hay distintas herramientas. La primera, innata y unida a la práctica docente: el olfato. «Se distingue fácilmente si un trabajo está hecho con IA porque el resultado es pobre, plano», esgrime Asensio. Pero también hay programas como Turnitin, «un sistema de verificación con el que contamos y que permite determinar si se usa la IA, si esta se ha empleado para cocrear o si se ha hecho de forma inadecuada», dice Asensio. «En la UR empleamos Turnitin, que no siempre detecta, pero ayuda. La IA utiliza un lenguaje muy formal que llama la atención. Sobre todo si después el estudiante, al defender su trabajo, emplea un tono muy diferente», incide Díez.
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En un momento en el que la IA ya cuenta con un lugar, vigilado y acompañado, pero lugar en los campus, las pruebas presenciales que muestren la adquisición del conocimiento continúan siendo insustituibles. «En UNIR, el 60% de la calificación se basa en un examen en tiempo real, que ofrece garantías de saber si hay un verdadero desarrollo personal y trabajo detrás. No hay que retroceder en la parte de trabajo individual o práctico, pero con nuevas normas», reconoce Asensio. «Las pruebas son importantes, pero también los informes semanales, los trabajos en grupo, las exposiciones... las denominadas 'soft skills', las habilidades naturales», añade la responsable de Formación del Profesorado e Innovación Docente de la UR.
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«No hay que retroceder en el trabajo individual, pero con nuevas normas»
Eva Asensio
UNIR
«Un trabajo escrito ya no puede ser suficiente. Hay que presentarlo»
Adriana Díez
UR
¿Y si no se produce un buen uso de la inteligencia artificial? «Cuando se detecta un plagio, un corta y pega, los trabajos son desestimados. Los alumnos ya saben a lo que se enfrentan», adelanta Díez. «El uso indebido y no autorizado de estas herramientas en las pruebas de evaluación se considera un acto de deshonestidad académica y se tratará conforme a las directrices de actuación para los casos de plagio establecidas por la universidad», reza uno de los apartados de la guía de usos de la IA de UNED.
«Pedimos un uso transparente, ético y que no ponga en duda la adquisición de las competencias», abunda Asensio.
«En los institutos también se emplea»
Las universidades son la punta del iceberg del empleo de la inteligencia familiar, pero a los campus los estudiantes ya llegan 'entrenados'. Los institutos se han convertido en el lugar de ensayo y práctica. Y los docentes son conscientes de ello. «En los institutos se emplea la IA, que es una herramienta positiva si se usa adecuadamente», recalca Gustavo Navas, presidente de ANPA-Rioja. «Su uso debe regularse en cada centro educativo, que para eso tienen autonomía. Y cada docente también debe decidir, el error es dar la espalda a la sociedad escudándose en que es mala», añade. La «racionalidad» y su empleo como complemento «nunca como sustituto» son las claves, aunque en edades tempranas y sin madurez suficiente, la tentación resulta evidente. Para Navas, además de poner el foco en el alumnado, la clave es formar a los profesores. «Nosotros organizamos una conferencia 'on line' sobre la IA para docentes, explicando las distintas aplicaciones, las herramientas para el control de los trabajos... Y la Administración está llevando a cabo cursos de acreditación digital, formaciones que son básicas para entender cómo usar la inteligencia artificial dependiendo de cada etapa educativa», concluye Navas.
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