El 29 de agosto de 2019, Concha Andreu presentaba en sociedad su flamante gobierno. Tenía nueve Consejerías; ocho de verdad y una de mentirijillas. Esta ... última, lo recordarán ustedes, se la entregó el PSOE a Podemos tras dos meses de confusas y abruptas negociaciones que estuvieron a punto de truncar la investidura de la candidata socialista.
Hagamos un poco de memoria: Unidas Podemos se presentó a las elecciones, ganó dos escaños y la coalición se rompió al día siguiente. Henar Moreno (IU) y Raquel Romero (Podemos) tomaron caminos opuestos. La primera se dispuso a facilitar el Gobierno de Andreu desde el Parlamento y se convirtió en vicepresidenta de la Cámara regional. La segunda se desdijo de su inicial pretensión y reclamó con vehemencia un puesto en el Ejecutivo. Para ayudarla en la negociación llegaron esos misteriosos manchegos que luego tantas tardes de gloria han dado a la política regional: Mario Herrera, Francis Gil, Axier Amo... El puesto de consejera ni siquiera iba a ser para ella, sino para Nazaret Martín, que incluso fue anunciada oficialmente, hasta que apareció de no se sabe dónde un misterioso dossier comprometedor que provocó su renuncia y, de paso, la implosión de Podemos La Rioja, cuya gestora dimitió entre gruesas acusaciones contra Romero y sus asesores manchegos.
A Raquel Romero, en fin, le dieron esa Consejería sin apenas competencias, pero con un presupuesto holgado y amplias posibilidades de colocación, y Concha Andreu se ganó una amiga para siempre y un voto afirmativo en el Parlamento sin necesidad de andar negociando nada. Su silla se ha convertido en la más sólida del Consejo de Gobierno: desde entonces han ido cayendo peces gordos como Ocón, Santos, Cacho y Rubio, pero Romero continúa en su puesto, imperturbable y silenciosa. Sabe Raquel que probablemente solo le quedan dos años en el cargo y en el escaño porque no la tragan en Podemos, el Podemos reconstituido, y tal vez eso explique su actitud inerte, muy diferente a la que muestran sus supuestos correligionarios en el Ejecutivo de Pedro Sánchez. En asuntos como el salario mínimo o los costes de la luz, Yolanda Díaz y Ione Belarra hacen lo que tienen que hacer, según enseña la historia de los gobiernos de coalición: tensar la cuerda y marcar perfil propio para que el PSOE no se meriende a Podemos de un bocado.
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Pero a Raquel, que lleva la fecha de caducidad en la frente, el futuro de Podemos en La Rioja no parece importarle demasiado. Aquella belicosa mujer, que provocó la estupefacción de Andreu cuando le soltó en el Parlamento la fábula de la zorra y el cabrón, se ha convertido en su apoyo más seguro y fiable dentro del Consejo de Gobierno. Una mansedumbre inesperada y muy útil para Andreu, aunque comprada a precio de megawatio/hora.
Es cierto que la gestión de Romero (inexplicada y probablemente inexplicable) ofrece munición fácil a la oposición y levanta sarpullidos de indignación en no pocos socialistas y en la dirección actual de Podemos, pero es un peaje que de momento a Concha Andreu le sale rentable. ¡Quién le iba a decir a la presidenta en agosto de 2019 que iba a tener más problemas con los de su propia casa!
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