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Oro, ¡Eureka!

MARTÍN TORRES GAVIRIA

Lunes, 21 de diciembre 2015, 00:49

A llá por el siglo III a. de C., el rey Herón de Siracusa le dio un lingote de oro a su joyero para que le hiciese una corona. Cuando la tuvo le entraron dudas sobre la autenticidad de la misma. Así que hizo llamar a Arquímedes para que le confirmara si todo el oro del lingote estaba en la corona o bien le habían engañado sustituyendo parte del oro por plata. En todo esto estaba en juego la cabeza del joyero.

De cabeza ha llevado el oro a la humanidad desde tiempos remotos. Al principio, el mineral más codiciado fue la sal por eso de que era imprescindible para la conservación de los alimentos. De ahí la palabra salario. Pero el oro es el metal precioso por excelencia. Para que un bien nos sirva de moneda de cambio ha de cumplir una serie de requisitos y debe ser transportable, divisible, homogéneo, duradero y difícil de falsificar.

El sistema financiero internacional del siglo XIX se organizó con el patrón oro. Es decir, las divisas que tenían los países estaban relacionadas con sus reservas de oro. El activo era el oro que poseían los gobiernos y su pasivo los billetes. Es como decir que existía una moneda única, el oro. Eso ya pasó a la historia, el oro no ha dejado de cotizarse.

Los analistas financieros indican que una buena diversificación de las inversiones debe de llevar en cartera, además de renta variable y renta fija, una parte significativa de oro. La volatilidad del oro es inversa a la de la renta variable. Es decir, cuando la renta variable baja, el oro sube y viceversa. Lleva la misma tendencia que la renta fija. El oro nos sirve para contrarrestar o amortiguar el riesgo.

El vicepresidente económico Pedro Solbes vendió en 2007 casi la mitad del oro de España con el argumento de que "el oro ya no es una inversión rentable". Pues bien, el precio de venta fue de 669 $/onza y hoy el precio ronda los 1.164 $/onza. ¡Qué mal reparte la naturaleza los talentos! ¿A quién se lo vendimos? A China, que es el mayor productor e importador de oro del mundo. Tanto China como Rusia están almacenando toneladas y toneladas de oro. Ambos países están pujando para que no sea el dólar la moneda de reserva y que el petróleo se cotice en oro. ¿Tal vez pretenden cambiar la hegemonía económica mundial de occidente a oriente? Tiempo al tiempo.

La responsabilidad de Arquímedes era enorme. La corona pesaba lo mismo que el lingote de oro, así que la solución pasaba por obtener la densidad de la corona y comprobar si era la misma que la del oro. El cociente entre el peso y el volumen nos da la densidad, pero ¿cómo podría calcular el volumen de la corona sin destruirla? Tomando un baño en una tina comprobó que se derramó agua al sumergirse. Pensó en su problema y salió desnudo a la calle gritando ¡Eureka! ¡Eureka! Al introducir la corona en un recipiente de agua, el agua derramada equivale al volumen de la corona. El principio de Arquímedes le costó la cabeza al orfebre. No es oro todo lo que reluce.

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