La Rioja: un puñado de oasis entre dunas
La despoblación mata a los municipios riojanos; en 146 de ellos viven 28.427 personas, el 8,9% de la población riojana total
La Rioja no se vacía. De hecho, cada vez está más llena. Solo en el último siglo, la comunidad ha ganado 124.558 habitantes, de ... los 192.240 del censo de 1920 a los actuales 316.798, un incremento del 64,79% espectacular y enriquecedor, pero también irreal y lleno de peros.
La región se ha transformado en solo diez décadas en un desierto poblacional donde solo un puñado de oasis -la capital, la mayoría de cabeceras de comarca y una decena de municipios- han florecido en un paisaje plagado de dunas cada vez más extensas, en las que la vida se apaga al ritmo de la desaparición de sus vecinos, gente muy mayor que optó en su día por aferrarse a sus raíces y vio partir a sus descendientes.
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Vamos con los vergeles, que son más bien pocos, en concreto 21, los únicos municipios riojanos que pueden presumir hoy de más habitantes que los que tuvieron cien años atrás. Se trata de la capital, Logroño, con 134.330 vecinos más y un incremento del 501,1%; y de todas las cabeceras de comarca, excepto Cervera y Torrecilla en Cameros. Nájera encabeza el impulso con 5.504 almas más y un aumento del 216%; seguida de Arnedo, que ha sumado 10.153 (+215,8%); Calahorra, con una subida de 13.453 (+124,9%); Santo Domingo, con 1.981 más (+46,5%); Haro, que crece en 3.220 personas (39,3%); y Alfaro, que aglutina 2.556 vecinos más (36,9%). La atracción de estos núcleos ha impulsado a su vez el desarrollo de sus municipios más cercanos, sobre todo en el entorno metropolitano de la capital, en especial Lardero y Villamediana, con ascensos poblacionales disparatados del 828,3 y 550%, respectivamente, al haber engordado sus censos en 9.369 habitantes en el caso de la localidad cigüeña y en 6.830 en el de la villametrense. Más modestos, pero también al alza, se aprecian en el entorno otros ejemplos como los de Albelda (+140,1%), Alberite (+110%), Navarrete (+75,8%), Entrena (+66,4%), Fuenmayor (+56,5%), Arrúbal (+17,1% desde que a principios de los 60 se segregó de Agoncillo) y Sojuela (+44,2%, sustentado desde hace una década por la construcción del campo de golf). Dos municipios de la comarca najerina -Baños (+56%) y Uruñuela (+11,6%)- y tres de La Rioja Baja -Pradejón (67,2%), Rincón de Soto (+63,9%) y Autol (+48,9%)- completan la cara brillante de la moneda demográfica riojana, cuyo reverso es cada vez más ilegible.
En 1920 solo había un municipio riojano con menos del centenar de habitantes y hoy son 62
Logroño, las cabeceras, Lardero y Villamediana aglutinan el 77,7% de la población regional
Dos momentos clave en los últimos cien años -la emigración a las grandes ciudades en los años 60 y 70 del siglo pasado y la década posterior a la crisis económica iniciada en el 2008- han acabado por transformar el florido mapa riojano de antaño en una paleta donde las pinceladas del verde esperanza -Logroño, las cabeceras de comarca, Lardero y Villamediana aglutinan 246.262 habitantes, el 77,7% de la población total riojana- apenas resaltan entre tanto brochazo de grises y negros.
Con la sierra, más el Camero Viejo que el Nuevo, y gran parte de La Rioja Baja como grandes damnificados de los movimientos migratorios, el atlas poblacional se ha visto radicalmente alterado en el último siglo en el que una docena de municipios riojanos firmaron su desaparición. Casas abandonadas, ruinas, campos yermos, cuadras vacías, el drama de la despoblación avanza imparable por una comunidad en la que los grandes municipios se han convertido en embudos vitales que han absorbido y vaciado casi todo lo que hubo a su alrededor. Un dato estremecedor: en 1920 solo uno de los actuales 174 municipios riojanos registraba menos de un centenar de habitantes (Gallinero, 87) y hoy son ya 62, a los que hay que añadir los otros 73 que cuentan en su censo con entre 101 y 500 vecinos y los otros 11 con entre 501 y el millar. En total 146 pequeños municipios, el 83,9% del total, en los que solo viven 28.427 riojanos; es decir, el 8,9% de la población riojana.
El drama tiene muchos nombres y apellidos, pero algunos son especialmente trágicos para sus descendientes y para la región. No se trata de aldeas o pueblos remotos, sino de municipios en los que la pasada vida ha desaparecido de sus calles. En concreto, en la actualidad hay catorce de ellos con 25 o menos habitantes: Bezares (22), Cabezón (18), Cellorigo (11), Cidamón (25), Gallinero (22), Hornillos (17), Jalón (21), Ledesma (15), Navajún (10), Torre en Cameros (10), Torremontalbo (10), Valdemadera (8), Villarroya (5) y Zarzosa (14). Pueblos pequeños que en su momento algunos llegaron a superar los 200 habitantes -Navajún (243), Valdemadera (278) o Villarroya (296)- que no han aguantado el pulso del reto demográfico, como tampoco lo han logrado otros mayores, incluidas cabeceras de comarca como Cervera, con una caída del 66,5% en su censo, 4.562 habitantes; o Torrecilla en Cameros, con 774, el 62,9%. Un listado con una veintena de municipios que presumían de cifras de cuatro dígitos en sus padrones y que vieron desaparecer a jóvenes y niños de su asfalto, con caídas poblacionales como las de Munilla (-93,4%), de 1.745 a 115 almas; Enciso (-86,4%), de 1.184 a 160; Treviana (-85,4%), de 1.057 a 154; Santa Engracia (-85,3%), de 1.099 a 161; Cornago (-84,3%), de 1.994 a 312; o Aguilar del Río Alhama (-79,3%), de 2.223 a 460.
Ayudas, emprendimiento, dotación de servicios básicos, acceso a Internet y las nuevas tecnologías, infraestructuras... Las recetas son muchas pero no siempre sencillas de dispensar aunque algunos que han probado el tratamiento ya han empezado a notar sus efectos en las dos últimas décadas: Anguciana ha crecido de 301 a 433 habitantes, Arrúbal de 379 a 506, Canales de 63 a 91, Medrano de 206 a 338, Zorraquín de 38 a 93... Hay esperanza. O no.
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