Borrar
Hillary Clinton, delante de su marido Bill y su hija Chelsea.
Clinton: «El cielo es el límite»

Clinton: «El cielo es el límite»

La primera mujer nominada a la presidencia expuso ayer su plan para derrotar a Donald Trump y aliviar a la clase media

mercedes gallego

Viernes, 29 de julio 2016, 01:54

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Salió al escenario tranquila y serena, miró a su hija a los ojos y ambas se fundieron en un abrazo, que sabían observado por millones de personas en todo el país. Hillary Clinton se presentó ayer ante una audiencia del tamaño de los Oscars como una de esas actrices que llevan toda la vida ensayando los agradecimientos en la ducha. Sólo que a ella no le tembló la voz, no se le atropellaron las palabras ni las emociones.

A través de las cámaras conectó con el espectador con un brillo en los ojos que pocos recordaban haberle visto. Al convertirse en la primera mujer nominada a la presidencia por uno de los dos grandes partidos celebraba un hito en la marcha de este país hacia una unión más perfecta. Lo hacía en nombre de su madre, su hija, su nieta y todas las niñas que aspiren a seguir sus pasos, pero también me alegro por los niños y los hombres, afirmó, porque cuando en EEUUU cae cualquier barrera allana el camino para todo el mundo. Si no hay techos el cielo es el límite.

No importaba lo que ocurriese a su alrededor, fue como si se hubiese elevado por encima de ese techo de cristal que ha roto en el Wells Fargo Arena y pudiera ignorar las incómodas protestas con que la interrumpieron los rebeldes de Bernie Sanders. Por televisión, los gritos de ¡Hillary, Hillary! parecían muestras de entusiasmo, pero en el estadio ella sabía mejor que nadie que cada vez que la aclamaban era para ahogar una nueva protesta.

Sé que algunos de vosotros estáis frustrados e incluso furiosos, admitió. Ya no le hablaba a los seguidores del socialista al que ha derrotado en primarias, porque Clinton ha cerrado ya ese capítulo y comenzado ya un nuevo capítulo: el de las generales de noviembre en las que se batirá con Donald Trump.

Lo planteó como la hora de la verdad, esa en la que el mundo está mirando con preocupación si Estados Unidos se tira en brazos de un personaje totalitario que explota sus miedos y ansiedades o mantiene el timón sobre el legado de Obama. En tiempos es los que basta leer las noticias para entender que se viven épocas de amenazas y turbulencias, el destino de EEUU lo elegimos nosotros, recordó.

Un discurso de optimismo

Durante los 57 minutos en los que escribió su nombre en la historia, la abogada de Yale también construyó el caso de que a un hombre al que puedes provocar con un tweet no puedes confiar armas nucleares. No podía ignorar que muchos de los que la escuchaban están frustrados e incluso furiosos porque la economía neoliberal ha dejado de funcionar para la clase media que tradicionalmente ha definido la grandeza de EE UU. Esa que Trump promete restaurar con eslogans populistas de pequeño dictador que resuenan con los grandes fascistas de la historia. Para combatirlo hacía falta también un mea culpa en nombre de un partido que tradicionalmente ha sido el partido de los trabajadores, pero no hemos hecho un buen trabajo demostrando que entendemos por lo que estáis pasando, admitió.

Atraída por el optimismo que le ha dado a Obama la victoria en dos ocasiones, Clinton decidió combatir el catastrofismo de Trump con la idea de que el progreso es posible. Su promesa es la de construir en lugar de muros una economía en la que todo el que quiera pueda conseguir un buen empleo. Trabajar con los aliados para derrotar el terrorismo en lugar de vetar una religión. Subir los salarios, reparar las relaciones entre la policía y las comunidades, rechazar los malos acuerdos comerciales, expandir la seguridad social y construir una economía en la que si eres capaz de soñarlo deberías poder construirlo.

No será fácil ni rápido, admitió, pero prevaleceremos. Siempre y cuando se cumpla su eslogan de que juntos somos más fuertes y se derrote en las urnas la ideología fascista y divisiva que echa a pelear unos contra otros. La historia que importa no es la que se hizo anoche, sino la que forjaremos juntos durante los próximos cuatro años, anticipó.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios