Yayo Urzay comienza su contrarreloj al frente de la UD Logroñés

Sergio Rodríguez quería dejar en el banquillo. De hecho, nunca quiso sentarse en él, pero se vio obligado tras la destitución de Miguel Flaño en noviembre. De interino pasó a fijo, aunque él sabía desde el primer momento que no iba a llegar otro entrenador. Después de empatar contra el Tudelano lanzó un nuevo SOS mucho más claro. «No soy capaz de sacar rendimiento a esta plantilla», dijo en rueda de prensa. Aseguró que no era un mensaje para Félix Revuelta, sino una reflexión en voz alta. Puro juego de palabras. Diez días después, Sergio Rodríguez no compareció sobre el césped de Valdegastea, sino que siguió con su trabajo en el despacho.

El único cambio en la estructura técnica del primer equipo es la incorporación de Yayo. Todos los demás siguen. Vuelve a unirse a Miguel Martínez de Corta. Su ascenso conlleva movimientos en la cantera. Toño Jubera asciende al filial y Javi Adán ocupa el puesto de éste en el juvenil que milita en División de Honor. «A grandes males, grandes remedios», se escuchó en los aledaños al rectángulo de juego.

Urzay ha mostrado un talante exigente, como no podía ser menos. Fútbol en medio campo y con multiportería. Ritmo y verticalidad. El primer día no cuesta mucho, porque la predisposición de los jugadores es absoluta. Jugadores que se enteraron a última hora, de sopetón porque todo se fraguó el martes por la noche. Buenas caras e ilusión. «Saca el balón, cojones», apremiaba a sus defensas. Nada que ver con cualquier día de la pasada semana, por ejemplo.

Para Yayo no era un día más, pero tampoco diferente. Su forma de entender el fútbol es ofensiva y agresiva. Intensidad. Virtudes que deberá inculcar a una plantilla que se ahoga cuando el rival marca primero y que evidencia un fútbol de ataque muy pobre, al que se ha sumado un menor rendimiento defensivo. Y esa forma de ver el fútbol la ha expresado más allá de la categoría. Urzay llegó a la UD Logroñés en el año 2017 después de entrenar en el Tatú. Pasó dos años en el cadete; luego tomó las riendas del Juvenil División de Honor; y estas tres últimas campañas las ha pasado en el Promesas, primero como segundo y después como entrenador principal. Y no lo ha hecho mal, porque en la pasada campaña ascendió al equipo a Segunda Federación, pero la permanencia del primer equipo en la categoría anuló el éxito deportivo.

Esta mañana, Yayo recogía material al término del entrenamiento mientras sus jugadores ya estaban en vestuarios. Imagen de entrenador de cantera. Con él, Aarón Ruiz, encargado de material, y a pocos metros la conversación de Iñaki Sáenz, Jon Madrazo y Eduardo Valdovinos. Cuando acabó, se unió a la reunión.

Yayo Urzay aporta otra idea de fútbol, pero sobre todo el cambio, la apertura de puertas para que entre aire puro. La cuestión es si hará que sus futbolistas jueguen con la misma frescura y ambición que se entrenan. Algo que Sergio Rodríguez, que siempre ha defendido a una plantilla más estructura y con roles mal repartidos, no ha logrado en sus doce partidos, en los que deja un legado de 18 puntos sumados sobre 36 posibles.