Marzo, Dante, las infamias
Llega marzo y todo el mes se viste de lila y de mujer: manifestaciones, actividades, elección de cuentos y libros en los centros para ensalzar ... o descubrir a muchas mujeres relegadas en la historia universal, tesis doctorales y concienzudos estudios sobre mercados laborales, violencia de género, desigualdad.
Pienso no solo en aquella fábrica de Cotton, de Nueva York, de donde parece emerger el Día Internacional de la Mujer, sino también en todos los abusos y 'los abusones'. Me viene a la memoria una fábula de Esopo, 'El hombre y la culebra'. En ella un hombre atrapa a una culebra y, bajo el pretexto 'eres un animal malvado', pretende disponer de su vida. La culebra expone los argumentos por los cuales no debe hacerlo. Los desoye, y creyéndose en la verdad absoluta, consulta a una vaca, un buey y un árbol que se encuentra a su paso. Todos dan la razón al animal, a la vez que exponen el maltrato que ellos mismos sufrieron por parte de él. Finalmente, el hombre los tacha de ineptos y acaba con la vida de la serpiente.
Seguro que han presentido el porqué de esta historia y lo han relacionado con algún patio, parque, fiesta, tribuna o despacho donde alguien o algunos se creen con el derecho a insultar, humillar, abusar y disponer de la vida de otros.
Sobre disponer y sobre mujeres, más exactamente niñas, es lo que vengo a denunciar. Porque además de los 57 conflictos cruentos por todo el mundo, de las tiranías que vemos en despachos de poderosos y de las violencias de género diarias, recordemos que cada dos segundos una niña contrae matrimonio forzado. En 2021, más de 140 millones de niñas fueron obligadas a ello, cerrando para siempre su infancia, su educación, sus derechos elementales y abriendo la puerta al abuso, la violación, el sometimiento y la muerte en vida.
Una práctica habitual en regiones de África subsahariana, Asia del Sur y América Latina, países de Oriente Medio y algunas zonas de Europa del Este. También en Texas, Florida, Kentucky, Tennessee o Alabama en EE.UU.
Observo a las niñas en los patios, en mi propia familia, y siento como una llaga en carne viva pensando en la vida rota para siempre si hubiesen nacido en otro lugar.
¿Y qué podemos hacer?, preguntarás, querido lector. No quedar indiferentes, no ser unos 'ignavos', que llama Dante en el tercer canto de la 'Divina comedia' para referirse a los que gritan en el Antiinfierno «donde son castigadas las almas que en vida no hicieron ni el bien ni el mal, por su elección de cobardía».
El 13 de marzo, en el Festival Internacional Grito de Mujer que realizamos en Logroño, 37 autores alzaremos la voz por esta causa. Porque «lo único necesario para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada» (Edmund Burke).
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