El 'autraño' definitivo
Los arnedanos disfrutaron este jueves del último día de sus fiestas patronales con un magnífico ambiente en las calles gracias al calor
Pero si antes de ayer estábamos en el pregón... ¿Cómo es posible que se acaben las fiestas de Arnedo?». Era la sorpresa a modo ... de resumen que el presidente de la Lubumbas, Álvaro Solana, comentaba a mediodía con su mujer y amigos de la peña antes de iniciar el pasacalles conjunto antes de la comida popular, de la última tarde de esta semana especial, previa a la última novillada y hacía calentar las cuerdas vocales para entonar el 'Pobre de mí' y prender la traca que en el anochecer puso final a los San Cosme y San Damián 2025.
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Que sí, que a alguno se le han hecho largas, que el cansancio se acumula, que un descanso no viene mal, que mucha gente se ha ido de vacaciones y algunos bares no han abierto, que hay veces que el programa de actos y las quedadas resultan repetitivos... Pero la mayoría de los arnedanos salieron por la mañana a las calles con un sentimiento ya de nostalgia y añoranza, dispuestos a disfrutar y estrujar el último día de sus fiestas. Si llegar a octubre hacía perentorio aprovechar cada acto y momento festivo, era urgente.
Para la última suelta la Asociación Toro en la Calle reservó la colocación del manto institucional de Arnedo a un toro de la ganadería de Adrián Domínguez, de Funes. Tras la maniobra de amarre al poste, Diego Ezquerro, de la Asociación, procedió al corte. Salió brioso y aturdido el toro, posibilitando carreras y recortes de varios aficionados. Fue una última suelta aplaudida, pero también con tres momentos de sustos: uno de una mujer al que la vaca casi enganchó del cuello en la jaula y dos protagonizados por un mozo, que primero sufrió un revolcón de una res y después se resbaló ante la cara de otra. La vaca no hizo por ir contra él y pudo levantarse y escabullirse. Después, la misma dejó otro susto al colar medio cuerpo en otra jaula, uno de los obstáculos y juegos que pueblan el encierro arnedano.
El sol y la subida de temperaturas propiciaron un ambiente excepcional en las calles, con las terrazas llenas al vermú
Ya durante la suelta se sentía que la temperatura invitaba a la manga corta. Reinó el sol durante la última jornada de las fiestas de la ciudad del calzado, con muchos arnedanos buscando la sombra, como las familias que esperaban a ambos lados de la grada a sus pequeños, afanados en ayudar a Gorgorito contra dos brujas Ciriacas y hechizos con chorizo. Quizá fue la aventura con Maese Villarejo con más niños de las fiestas. Después, la sombra también fue codiciada durante el reto de la subida al mayo.
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El mediodía desplegó la carta de degustaciones: la Asociación Toro en la Calle continuó su intensa jornada con una de rabas en la Puerta Munillo; a unos metros, la peña Tao ofrecía champiñones mientras los pequeños disfrutaban de un concurso de recorte y colocación de anillas a carretones; y Amigos de Arnedo ofrecía su habitual aperitivo con trago de zurracapote.
Más que el de un 2 de octubre, parecía un mediodía de agosto. Las terrazas se llenaron de cuadrillas y familias en un ambiente fantástico, de los de compartir brindis y pincho sin prisa.
Sobre las dos, las peñas se reunieron en la Puerta Munillo para encaminarse al son de las charangas hacia el barrio de La Paz. Esperaba una paellada gigante y 200 platos en las alargadas mesas. Fue el modo festivo de compartir la recta final. En otro pasacalles, se acercaron al Arnedo Arena a la última novillada –en una tarde con parque infantil y chocolatada en la plaza de España con la Lubumbas–. Y aún quedaba un último pasacalles, el que ninguno quería, el que cantaba el 'Pobre de mí'. Estalló la traca final. Y comenzó una nueva cuenta atrás. Hasta 'autraño'.
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