Muchos prejuicios ajenos y una pequeña vanidad propia

La gente tiene muchos prejuicios respecto a la ópera, reconoce Ramón Gener, cuya única intención es «que la gente se acerque a la ópera de la misma manera que va al teatro, al cine, a una exposición o un concierto de rock; lo importante es la actitud. Tampoco tengo interés en que todo el mundo vaya a la ópera, lo único que hago es compartir lo que sé y ya está».

Eso sí, lo que jamás comparte es su fecha de nacimiento. «Es una pequeña vanidad que me permito. Ya sabes que la vanidad es el pecado favorito del diablo y en el que todos caemos irremediablemente, así que yo me permito este pequeño reducto de vanidad». Las últimas palabras de Ramón Gener son una reflexión sobre su libro: «Al final lo que intento es convertir a mi padre en Aquiles. Los griegos decían que morimos definitivamente no cuando nos entierran, sino cuando nos olvidan. Y mientras alguien lea o tenga este libro, mi padre será inmortal, como los padres de todo el mundo».