Turismo y universidad, hacia el progreso

La dimensión de La Rioja como territorio turístico nos permite una cercanía entre el sector y las instituciones imposible para otros territorios

LUIS BLANCO y VIRGINIA BORGES

Domingo, 27 de noviembre 2022, 18:14

eguro que estamos todos de acuerdo en que la universidad como espacio de creación, gestión y transferencia del conocimiento es, a priori, uno de los ... instrumentos más poderosos que tiene la sociedad para asegurar tanto el progreso, como el bienestar de todos sus miembros. Y probablemente podamos coincidir en que también el turismo cumple un papel muy importante para incrementar progreso y bienestar.

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El desarrollo de la actividad turística mejora el progreso social no solo por su contribución económica, llegando a alcanzar casi el 10% del PIB en La Rioja, sino porque favorece (y se sustenta sobre) el intercambio de culturas, lo que permite crecer y aprender.

Pero, además, el turismo aporta al bienestar de los ciudadanos de un territorio en la medida en que interviene estructuralmente en el ocio, en la cultura, en la comodidad y la belleza de los espacios, en la mejora de los servicios, en el refuerzo de la oferta gastronómica, en el orgullo de pertenencia, en la conservación de nuestro patrimonio, etc.

Por todo esto, es imposible no coincidir en que un refuerzo del binomio universidad-sector turístico, además de beneficioso para ambos sectores, es, sin duda, muy positivo para el territorio en el que se manifieste.

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¿Por qué? ¿Cuál es el principal objetivo? En muchas ocasiones y en múltiples foros, se resalta (y se seguirá repitiendo como si de un mantra se tratase) la importancia de que los conocimientos que se adquieren en cualquier nivel educativo se acerquen lo máximo posible a las necesidades de los empleadores. Tiene toda su lógica. La educación no debería ir ligada a las modas, a elementos intangibles en general, sino a realidades más tangibles y conectadas con las necesidades, presentes y futuras, de aquellos que generan empleo, riqueza y progreso social en cualquiera de sus facetas.

A todos debería importarnos entonces que la materia gris que se genera, acumula y transfiere en la universidad trascienda sus aulas y laboratorios para formar parte del entramado productivo del territorio mejorando su capacidad de crecimiento.

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Y, de la misma manera, a todos debería importarnos que el sector productivo cuente con las herramientas que necesite para desarrollarse mejor y poder seguir aportando riqueza a los ciudadanos. Hablamos de herramientas como estudios de mercado, posibilidad de experimentación, acceso a iniciativas colaborativas de I+D+I, formación continua para la actualización de los trabajadores en los distintos niveles de gestión...

Por eso es fundamental que se establezcan canales y procedimientos para mejorar esa relación y reforzar el diálogo. No podemos dejar de tener en cuenta, en el diseño de nuestros estudios, a aquellos que son destinatarios de nuestros recursos humanos. Estaríamos cometiendo un gravísimo error, con un coste de oportunidad difícilmente cuantificable, pero tremendamente peligroso.

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Ahora bien, no solo es responsabilidad de la universidad. El sector turístico, y cualquier otro sector, debe ser agente activo, protagonista de la película, en el proceso de detección e implantación de sus necesidades formativas. Nadie, ningún actor implicado, ni siquiera las instituciones, puede ponerse de perfil. Porque el progreso no es caro, el fracaso, sin embargo, es carísimo...

La asociación universidad-empresa es condición necesaria y suficiente para diseñar las competencias técnicas del futuro (y señalar las transversales o blandas más necesarias). Esas que, bien por cualificación o recualificación del personal presente y futuro, marcarán seguramente la diferencia entre el éxito, la inercia o el fracaso. Porque un territorio con una relación universidad-sector turístico fuerte y estrecha es un territorio con más posibilidades de desarrollo.

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La dimensión de La Rioja como territorio turístico, como espacio en el que se desenvuelven todos estos agentes, nos permite además una cercanía entre el sector turístico y sus instituciones que otros territorios no pueden siquiera imaginarse. Está en cada uno de nosotros saber aprovecharla con espíritu colaborativo y constructivo, para convertirla en la necesaria ventaja competitiva que nos impulse en la carrera por el desarrollo turístico y regional.

Pasemos a la acción y pongamos la primera piedra de muchas, para que cada representante, trabajador, prescriptor, etc. del sector turístico pueda dirigirse directamente a la universidad para ser escuchado y tenido en cuenta, para manifestar y/o consultar lo que le demanda su universidad. También para que la propia universidad pueda explicar sus límites, sus necesidades, incluso sus miedos, en su vocación de dar respuesta a las empresas.

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