¿Será la energía invisible a los ojos?
El punto de partida es la correcta delimitación del problema. Por ello, ¿no deberíamos partir de lo esencial y recordar que lo esencial es invisible a los ojos?
El Principito –por si cualquier duda, el popular personaje de Antoine de Saint-Exupéry– afirmaba que lo esencial es invisible a los ojos. Pero ¿qué ... consideramos esencial hoy en día? Y, ¿es la energía esencial a los ojos?
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En noviembre de 2022 alcanzamos la nada despreciable cifra de 8.000 millones de habitantes, 1.000 millones en solo 12 años, a pesar de una pandemia global que nadie podía prever. Esto supera las expectativas de los dirigentes mundiales que en 1994 se reunieron en Egipto para tratar el tema del reto poblacional en la Conferencia Internacional sobre población y desarrollo. El rápido crecimiento de la población redunda en un incremento de las necesidades que deben ser satisfechas, necesidades básicas, como alimentación, y no tan básicas, como acceso a internet. Muchas personas –pero no la inmensa mayoría de la población mundial– estamos acostumbradas a levantarnos, encender la luz, prepararnos el desayuno mientras escuchamos la radio, ducharnos con agua caliente... y todo esto solo para comenzar el día; pero, ¿se ha planteado cómo sería si no tuviéramos garantizado el suministro energético? Hoy, casi 733 millones de personas todavía carecen de acceso a la electricidad en todo el mundo y alrededor de 2.600 millones cocinan o calientan sus hogares con combustibles contaminantes perjudiciales para su salud y el medio ambiente. Las cifras que recoge el mapa de acceso a la electricidad del Banco Mundial muestran que los países con problemas de acceso a la electricidad se concentran en su mayoría en el continente africano.
Pero la cuestión de acceso no es una variable dicotómica, se tiene o no se tiene, sino de carácter gradual en la que intervienen muchos factores que determinan las condiciones de 'acceso'. Porque, ¿me dirán que el precio no es un factor crítico?, ¿no implica que muchos hogares se cuestionen si pueden hacer la colada o encender la calefacción? Y no solo los hogares, sino también las empresas u organismos públicos que se enfrentan a facturas que se han convertido en un quebradero de cabeza a la hora de cuadrar las cuentas. Pero ¿este problema de precios va a continuar o será una cuestión coyuntural?
En 2021 comenzaba a restaurarse el ritmo de la actividad y, a medida que los países se recuperaban de la pandemia, las cadenas de suministro tuvieron problemas para equilibrar el aumento de la demanda de combustibles y energía con la presión de los precios. La guerra en Ucrania agudizó la situación y ha derivado en una crisis mundial: durante los dos últimos años los precios energéticos han experimentado el mayor incremento desde la crisis del petróleo en 1973.
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Pero no nos engañemos, el problema de la energía no surge en febrero de 2022, ni tan siquiera a partir del aumento de la demanda tras la pandemia, y tampoco se trata de una cuestión de coyuntura económica. Estamos ante una crisis de un modelo energético que debe transitar hacia otro que satisfaga las necesidades de todas las personas sin provocar mayores daños al medioambiente. Somos muchas personas en un planeta con recursos limitados y sí, la energía es crucial para garantizar el acceso al desarrollo de los países y la calidad de vida humana, pero ¿y qué ocurre con esos límites del planeta? Desde el 2019 que se celebró la Cumbre sobre la acción climática, cada año escuchamos como se van intensificando los desastres por fenómenos meteorológicos y como se van cumpliendo los peores escenarios en cuanto al aumento de la temperatura. Se ha demostrado científicamente que este cambio climático, en mayor o menor medida, –según unos u otros autores– se debe a la acción humana. Independientemente de la versión, seamos realistas, a este ritmo no hay mix energético que puede garantizar un estándar de disponibilidad energética en un planeta de 8.000 millones ('in crescendo'). Desde los gobiernos y organismos internacionales se aboga por la transición hacia las energías limpias y desde diferentes sectores se proponen soluciones que parecen ser las llaves que nos abren esa puerta al futuro modelo sostenible; pero, ¿de verdad vamos a poder tener todos un coche eléctrico?, ¿son circulares los aerogeneradores o las placas solares?, ¿aceptamos energía nuclear como energía verde? Y es que no es oro todo lo que reluce y el punto de partida para alcanzar una buena solución es la correcta delimitación del problema. Por ello, ¿no deberíamos partir de lo esencial y recordar que lo esencial es invisible a los ojos?
Para hablar de las luces y las sombras del modelo energético, la Cátedra Unesco de ciudadanía democrática y libertad cultural, la Oficina de Sostenibilidad de la Universidad de La Rioja, la Coordinadora de ONGD de La Rioja y la Dirección General de Cooperación y Agenda 2030 hemos organizado el Curso de verano Agenda 2030 de la Universidad de La Rioja sobre el ODS7. Energía asequible y no contaminante. El objetivo de esta VIII edición es poner de manifiesto los problemas del mix energético actual así como conocer las soluciones que se están planteando y los retos y dificultades para su implementación. Para ello, entre los días 27 y 29 de septiembre, durante tres sesiones de tarde, vamos a contar con expertas y expertos que, desde diferentes enfoques, nos permitirán acercarnos de primera mano al proceso de diseño de la transición hacia el modelo sostenible energético porque, en el futuro, el modelo energético será sostenible o no será.
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* DIRECTORA DEL VIII CURSO DE VERANO AGENDA 2030. 'ODS 7: MODELO ENERGÉTICO EN 2030 ¿SERÁ SOSTENIBLE O NO SERÁ?'
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