Reforma y contrarreforma de los delitos sexuales

Una mayoría parlamentaria alternativa a otra de la misma legislatura modifica lo modificado para dejarlo, en parte, como estaba antes de la modificación

Bárbara Romo Sabando y Sergio Pérez González

Profesores de Derecho Penal de la Universidad de La Rioja

Martes, 23 de mayo 2023, 18:56

La razón feminista propone, desde hace décadas, repensar nuestras relaciones sociales. También las sexuales porque, en cierto modo, lo que sucede en la intimidad es ... una proyección de lo que somos socialmente. El Derecho, a veces más y a veces menos, atiende a esta resituación en la que la mujer reivindica un espacio del que el hombre se creía propietario. La Ley Orgánica de garantía integral de la libertad sexual dispone medidas de prevención y sensibilización; medidas de detección de la violencia sexual; medidas formativas en distintos ámbitos; y dispone nuevas garantías para los derechos de las víctimas, así como medidas de protección y acompañamiento. Pero sucede, como siempre, que trascienden más las medidas penales. Porque, aunque el derecho penal sea esa parte del derecho que menos interfiere en la vida de la mayoría es, sin duda, el que mejor vehiculiza el mensaje político. El derecho penal propone una comunicación binaria en términos éticos (bueno/malo) que, de tan sencilla, no puede dejar de practicarse cada vez más en este panorama de mensajería fugaz. Por eso, a veces, hay que pararse a descomponerla...

Publicidad

En materia de delitos sexuales, basta un vistazo a la evolución jurisprudencial en relación con la interpretación de algunas palabras clave para corroborar que, efectivamente, las cosas no son como eran: desde la consideración del atentado sexual mismo hasta el alcance de las participaciones o de los modos intimidatorios o violentos. Pero lo cierto es que esta tendencia interpretativa –esta atención de la judicatura a los cambios sociales– no ha sido suficiente para una determinada mayoría parlamentaria, quizás por eso de la imprevisible heterogeneidad de la judicatura, reproduciendo eufemísticamente las palabas de la ministra. Así, se modifican los delitos sexuales para poner el foco, señaladamente, en la evidencia del consentimiento ('solo sí es sí'), de modo que ya son necesarios «actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona». Y así se ataja legalmente la tentación de que algún juez descarrile y vincule la ausencia del consentimiento a la necesidad de una negativa expresa. No solo: se destierra del Código la expresión 'abuso' que, en su etimología, sería una suerte de 'uso excesivo'; como si se pudiera usar sexualmente a las personas, 'ma non troppo'. De este modo, los atentados sexuales no consentidos ya son todos agresiones. Y si se produce el acceso carnal (la penetración o la introducción de otros miembros u objetos), la agresión pasa a considerarse violación, ampliándose así el perímetro del concepto, para el que no se exige ya la concurrencia de la violencia la o intimidación.

Luego viene todo lo demás: las rebajas de penas, las elucubraciones dogmáticas, la capitalización mediática del escándalo, el presidente reconociendo los efectos indeseados y la contrarreforma: una mayoría parlamentaria alternativa a otra de la misma legislatura modifica lo modificado para dejarlo, en parte, como estaba antes de la modificación primera. Se mantiene que solo sí sea sí. Se mantiene que todo atentado sexual sea agresión. Se mantiene también la nueva amplitud del término violación. Sin embargo, se introduce un guardagujas de tipicidad que vuelve a diferenciar, como antes, los atentados sexuales cometidos con violencia o intimidación de los que no. Para quienes promueven la contrarreforma, esto evitará que en el futuro se impongan penas bajas a casos más graves. Para quienes reniegan de la contrarreforma, esto hará que vuelva a ponerse el foco en la víctima para inferir de su comportamiento si hubo o no violencia...

Nadie, a estas alturas de la enrevesada crónica y su correspondiente espectacularización ha podido mantenerse al margen y ya todo el mundo ha desarrollado intuiciones sobre el asunto: sensibilidades de ida y vuelta, simpatías o aversiones... La Universidad de La Rioja organiza una jornada en la que se propone pasar (las sensibilidades) por el tamiz de la experticia. Representantes de la Academia y de la Fiscalía plantean hoy (19.00 horas, salón del Centro Cultural de Ibercaja), las claves de este galimatías. Que después se persista o se reniegue de las sensibilidades previas será un sano ejercicio de ciudadanía.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta especial!

Publicidad