La OMS insta a democratizar los 'fármacos milagro' para adelgazar
Incluye al Ozempic y otros medicamentos contra la obesidad en su lista de esenciales y aboga por hacerlos «más accesibles»
Yolanda Veiga
Miércoles, 3 de diciembre 2025, 10:21
La química macedonia Svetlana Mojsov, descubridora de la hormona GLP-1 que ha propiciado la revolución de los fármacos adelgazantes, advertía en una entrevista con ... este periódico hace cuatro meses que las inyecciones del famoso Ozempic y sus 'hermanos' «no son para gente que quiere bajar diez kilos, sino para quienes pesan doscientos». Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha 'rebajado' esa cifra a la mitad y menos al incluir este grupo de fármacos en su Lista de Medicamentos Esenciales, que desde este lunes asciende a 523.
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En un artículo publicado en la revista científica 'Jama', la OMS recuerda que la obesidad es «una enfermedad crónica y recurrente que afecta a más de mil millones de personas en el mundo» e insta a que los medicamentos que han demostrado su efectividad en el tratamiento de esta dolencia en adultos sean «más accesibles y asequibles». En otras palabras, más oferta y más barata. En la actualidad, el coste del tratamiento mensual de estas inyecciones adelgazantes oscila entre los 128 euros que vale el Ozempic hasta los 270 y los 446 que pueden alcanzar el Wegovy y el Mounjaro, respectivamente.
Lo de rebajar los doscientos kilos que decía la experta a la mitad es porque un hombre con una altura de 1,72 (la estatura media para el varón en España) que pese 93 kilos y una mujer de 1,62 que pese 78 ya son considerados obesos, es decir, han sobrepasado el umbral del 30 en el Índice de Masa Corporal (IMC), la frontera que separa el sobrepeso de la obesidad. Serían, pues, candidatos al tratamiento con fármacos GLP-1, que reducen el apetito y retrasan el vaciado gástrico.
Aunque se aprobaron inicialmente para tratar la diabetes hace veinte años en Estados Unidos y se dispensan en nuestras farmacias desde hace una década, el 'boom' se produjo hace unos cinco años, cuando se descubrió su potencial adelgazante. Esto disparó la demanda, abrió una nueva 'línea de negocio' en el mercado negro y ha provocado varias crisis de abastecimiento.
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El paso dado por la OMS eliminaría estos problemas al democratizar el acceso a esta medicación. En todo caso, esta institución no tiene capacidad legisladora y son los países quienes tienen que decidir si financian o no estos fármacos para tratar la obesidad. «Este posicionamiento es un hito porque se reconoce que la obesidad es una enfermedad de primer nivel que requiere un tratamiento financiado, como sucede en la mayoría de dolencias crónicas», aplaude Inka Miñambre, miembro del Área de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Desde la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), su vocal, Cristóbal Morales, destaca que «esta postura clara y enérgica de la OMS demuestra que la obesidad no es un tema estético y que los beneficios y la seguridad de estos medicamentos trascienden de la pérdida de peso al demostrar resultados positivos en complicaciones asociadas al sobrepeso como la diabetes, la apnea, el hígado graso, los infartos, la enfermedad arterial periférica...».
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El temido 'efecto rebote'
Pese a que este año se han aprobado una docena de nuevas terapias con GLP-1, la oferta sigue siendo insuficiente «y solo podría cubrir la demanda del 10% de las personas que actualmente viven con obesidad», señala la OMS en su informe. Otra cosa es que ese 10% pudiera pagar la medicación. Mejorar la «accesibilidad» de estos fármacos, como propone el organismo dependiente de la ONU, «reduciría la actual brecha económica», destaca Guadalupe Blay, responsable del Grupo de Trabajo de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). No solo eso. La experta vaticina que, a largo plazo «saldría más barato» financiarlo que no hacerlo. «Mucha gente hace un tratamiento con estos fármacos de tres meses y baja 8 kilos. Pero lo dejan porque no pueden pagar los 300 o 400 euros al mes que cuestan. ¿Qué sucede? Que en cuanto suspenden la medicación, si no llevan una disciplina de ejercicio y dieta, sufren el efecto 'rebote'. El primer mes cogerán, como mínimo, dos kilos y seguirán engordando hasta recuperar el peso inicial e incluso superarlo, lo que acaba saliendo más caro al sistema de salud porque la obesidad acarrea otras complicaciones» –la OMS cifra en 3 billones de dólares los costes que implicaría la obesidad en 2030–.
– ¿España los financiará?
En la actualidad, explica Pablo Caballero, portavoz del área de divulgación del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, «solo está financiado Ozempic y únicamente cuando se receta como tratamiento para la diabetes, nunca para bajar peso». En este caso, el Ministerio de Sanidad establece la cuantía a pagar por el paciente en función de la renta, de la condición de persona activa o pensionista y del grado de la enfermedad, de modo que el desembolso varía desde el 10% de las rentas más bajas al 60% de las más altas –al margen, los colectivos exentos de pago–. En el caso de Wegovy y de Mounjaro, que están diseñados para combatir el sobrepeso, el paciente debe abonar íntegramente la tarifa.
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– ¿Qué precio sería asequible?
Esa cantidad es hasta tres veces menos de lo que cuesta hoy Mounjaro, que puede dispararse hasta los 15 euros diarios. «Son cantidades elevadas para la mayoría de economías», advierte la experta. Sobre todo porque se trata de tratamientos a largo plazo. En las directrices que la OMS da para la toma de este tipo de fármacos adelgazantes, propone una duración del tratamiento de seis meses. Y siempre acompañado de «terapia conductual intensiva y objetivos para el ejercicio físico y la dieta, la restricción de la ingesta de energía, sesiones semanales de asesoramiento y evaluaciones rutinarias del progreso».
Expira la patente
Al respecto, Pablo Caballero aclara que la medicación «es una estrategia más» de lucha contra la obesidad, pero combatir esta «epidemia» no puede articularse solo en torno a inyecciones... O a pastillas. «Se espera que lleguen a Europa fármacos contra la obesidad en pastillas, que serán más baratos que los actuales», avanza Guadalupe Blay. A esta próxima bajada de precios contribuirá, señala la doctora, «el hecho de que en 2026 expira la patente de la semaglutida, el principio activo del Ozempic y del Wegovy –el Mounjaro tiene como compuesto principal la tirzepatida–, lo que significa que lo podrán comercializar otros laboratorios a precios más económicos».
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En todo caso, lo que supondría el auténtico alivio para el bolsillo de los pacientes sería la financiación por parte del Sistema Nacional de Salud, una petición en la que unen sus voces sin discrepancia los colectivos y profesionales implicados en la lucha contra la obesidad. «Ojalá llegue a financiarse porque estamos ante una enfermedad crónica y preocupante que reduce la calidad y la esperanza de vida. La obesidad es para siempre, así que los fármacos para combatirlo deberían estar financiados», incide Guadalupe Blay.
Los 'peros': el alto coste y la falta de certezas a largo plazo
La inclusión de las terapias GLP-1 para tratar la obesidad en el listado de medicamentos esenciales de la OMS no es, ni mucho menos, una invitación a la 'barra libre'. Aunque estos fármacos «han emergido como una innovación importante para abordar el desafío global de la obesidad» y han demostrado su eficacia traducida en «pérdida de peso clínicamente significativa y amplios beneficios metabólicos», la OMS no obvia los 'peros' de la medicación. Más que 'peros', prevenciones. La organización de referencia mundial en cuestiones de salud reconoce que todavía hay «escasez de datos sobre la eficacia y seguridad a largo plazo» de estos fármacos. Además, reconoce que «el elevado coste actual de las terapias con GLP-1 y la insuficiente preparación del sistema sanitario» son importantes obstáculos en este proceso de accesibilidad a la medicación que la OMS desea para las personas que viven con obesidad. Al margen de lo que cuestan los medicamentos, la OMS refiere también el elevado coste que implicaría el abordaje psicológico (terapia conductual intensiva) encaminado a cambiar hábitos en el estilo de vida de los pacientes que contribuyan a que no vuelvan a coger peso. Desde la OMS se recomienda este tratamiento junto a la administración de los fármacos adelgazantes.
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