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Beatriz Montañez, fotografiada junto a su casa. mario martín
«Eres libre en el momento en que no tienes nada»
Beatriz Montañez - Presentadora de TV

«Eres libre en el momento en que no tienes nada»

Alcanzó la fama en un informativo satírico, fue guionista de un documental que ganó un Goya y un día se retiró a vivir en una casa perdida en el bosque. Allí lleva cinco años y ahora publica el diario de su soledad en medio de la naturaleza

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Domingo, 21 de marzo 2021

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La noche del 29 de mayo de 2016, Beatriz Montañez llegó a una casa perdida en un bosque, donde no vivía nadie desde hacía trece años. Una casa sin electricidad ni agua corriente, situada a 25 kilómetros del pueblo más cercano y con una mala cobertura telefónica. Se instaló en ella cuando se dio cuenta de que la celebridad que le había dado la televisión, gracias sobre todo al programa 'El Intermedio', había enturbiado su conciencia de sí misma y de su destino. Allí sigue viviendo, sola, y en este tiempo de alejamiento y búsqueda ha averiguado los nombres de los árboles y los animales de la zona, ha perdido el miedo a los insectos y se ha convertido en vegana. Ha estado enferma, ha sufrido accidentes y ha aprendido a callar su voz interior y disfrutar de un silencio absoluto. Su jornada se compone de paseos, meditación, lectura y escritura. Tiene más de 200 libretas con las preguntas que se ha hecho y las respuestas que ha alcanzado a darse. Durante el primer año de su estancia en la casa elaboró un diario ('Niadela', Ed. Errata naturae, acaba de llegar a las librerías) con claras influencias de Thoreau y Emerson. De su vida pasada y su vida presente habla esta entrevista. Y si la felicidad se puede medir en sonrisas, Beatriz Montañez es muy feliz. Durante esta larga conversación solo una vez su rostro adquiere un tono de resignación. Son apenas unos segundos, cuando habla de la dificultad de mantener una relación amorosa viviendo en un lugar perdido. Un lugar en el que quiere continuar. «Si algún día los amigos que me dejan la casa quieren recuperarla, tendré que buscar otra parecida. Pero me daría pena», asegura.

Lleva casi cinco años en esa casa. ¿Pensó al llegar que estaría tanto tiempo allí, viviendo de esa manera?

– Nunca. Solo pensaba que necesitaba soledad, tiempo para dar vueltas sobre los siguientes pasos que debía dar en mi vida.

El cambio fue brutal:estudió en EE UU, trabajó en TV, fue guionista de un documental que ganó un Goya, y de pronto buscó un aislamiento extremo.

– Thoreau y Emerson, que son quienes siempre se citan en estos casos, no se aislaron tanto, es cierto. Pero no soy la primera que ha buscado un alejamiento tan radical. Las crisis vitales requieren de grandes cambios, de tiempo para escucharte, hacerte preguntas y hallar respuestas. Deberíamos estar todos atentos a nuestras necesidades, porque si no, vivimos la vida a medias.

No sé si conocía antes los nombres de los árboles y los animales del bosque, pero ya se los sabe todos. Y ha tenido que vencer el miedo a algunos insectos.

– Me he hecho especialista en los animales y las plantas que hay allí. Ymis amigos recuerdan lo alborotada que me ponía al ver algunos bichos. Era una histérica con los insectos.

¿Y ahora?

– He cambiado, y ha tenido que ver con la observación. Ves arañas, por ejemplo, y descubres cómo se relacionan con otros animales, y cómo no reaccionan igual las de un tipo que las de otro. O con los seres humanos.

«Mis amigos recuerdan que era una histérica con los insectos»

adaptación

Silencio y miedo

En el libro cuenta el trauma que supuso, a los cuatro años, la muerte de su padre, tras la que estuvo sin hablar mucho tiempo. Yde adolescente instauró el 'día del silencio', una jornada semanal en la que no decía nada. Ya iba entrenada para una experiencia así.

–Me encanta el silencio. Mis amigos saben que muchas veces no siento la necesidad de hablar. El silencio es una forma de poder escucharte. Y, para hablar tonterías, ¿por qué abrir la boca?

Ha sufrido accidentes, ha estado enferma y apenas ha recibido visitas en este tiempo. ¿Cuántas veces ha tenido miedo?

– Creo que nunca. Eso tiene que ver con que crecí sola porque mis hermanos son mayores y mi madre trabajaba fuera. El miedo nos lo inoculan: un niño se enfrenta a las cosas de forma más arriesgada. Luego te van diciendo: cuidado con esto, que te vas a caer, o te puedes hacer daño. En la medida de lo posible sería bueno que un niño descubriera las cosas por su cuenta. A mí me parece más peligrosa la ciudad.

¿Por qué?

– Desde luego es más peligroso pasear de noche por Nueva York, Los Ángeles o Tokio, por decir sitios donde he estado o vivido, que por el bosque. El ser humano tiene el poder de hacer a otro ser humano vulnerable. Me da más miedo la enfermedad.

También las ha sufrido, como cuenta en el diario.

– Sí, fui consciente de que me equivoqué con unas plantas que cogí para cocinar y enseguida me di cuenta de que tenía algo parecido a una gastroenteritis. Me daba miedo que nadie respondiera a mi petición de ayuda.

Eso no deja en buen lugar a las personas próximas a usted.

– Es que todos tienen sus vidas. Siempre he querido resolver sola mis problemas. Si llamo pidiendo ayuda estoy forzando a alguien a venir aquí unos días y gastar un dinero en el viaje. Estoy lejos de la civilización, y no quería poner a nadie de mi familia en la tesitura de elegir entre cuidar de mí o atender a los suyos. El pasado verano me picó un escorpión. Sentí un dolor tremendo. Había leído que la picadura de los escorpiones que hay por aquí no es mortal, pero llamé a mi hermano, que sabe de estas cosas, y me dijo que podía aguantar un dolor intenso o ir a un centro médico a que me pusieran una inyección.

¿Y qué hizo?

– Me quedé en casa y el dolor fue pasando.

Se llevó otro susto cuando se cortó un dedo con una máquina.

– Aún recuerdo la cara que puso el médico. Cuando me corté, reaccioné recuperando el trozo de dedo y colocándolo en su sitio, y envolviendo todo en un trapo de cocina que quedó completamente ensangrentado tras media hora de coche hasta el ambulatorio. No fui consciente de por qué hice todo eso. Hace unos meses lo interpreté como una metáfora:estaba recomponiendo partes de mi personalidad que había ido tirando para adecuarme a lo que los demás esperaban de mí.

¿Qué le dijeron las personas más próximas cuando anunció que se retiraba al bosque?

– Mi madre siempre ha dicho que soy especial, aunque ella nunca ha entendido cómo puedo estar sin hablar. Mi pareja de entonces lo entendió porque había vivido conmigo la crisis que derivó en mi alejamiento. Y mis amigos ya estaban acostumbrados a ausencias de dos o tres meses en las que cogía una mochila y me iba a viajar.

¿Era vegana antes de esta experiencia?

– No. Decidí serlo cuando llevaba algo más de un año. Me dije que si disfrutaba tanto con los animales que me rodeaban no podía comérmelos. Pero cuando estoy con amigos y vamos a comer, no les reprocho de ninguna manera lo que comen.

«Lo más triste de estos cinco años ha sido el final de la relación con mi pareja»

los peores momentos

Preguntas y respuestas

Porque cada medio año va a la ciudad.

– Sí, y cómo aprecio ahora la diferencia. Cada experiencia –ir al teatro, a un restaurante– es mucho más intensa. Aunque a los tres o cuatro días, estoy deseando regresar a mi casa.

Ha dicho que vive con 150 euros al mes.

– Eso se ha interpretado mal. Como con 150 euros al mes, pero gasto mucho más en libros, por ejemplo. Me alejé del mundo entre otras cosas por lo que se decía sobre mí que no podía controlar, cosas que no eran en absoluto reales y que te hacen dudar de quién eres de verdad.

¿La reconocían cuando bajaba al pueblo a hacer las compras?

– No, porque iba con un gorro y unas gafas de sol.

¿No llega a hartarse de su propia voz interior?

– La meditación hace que seas capaz de callar esa voz. Hace unos años estuve veinte días en un templo, haciendo 13 o 14 horas diarias de meditación, y llegué a conseguir ese silencio.

¿Se desdobla en dos personajes para hablar consigo misma como hace alguna gente?

– No. En mi primer año en la casa leí mucho a Jung y Freud y descubrí la mayéutica de Sócrates. Aprendí a conocerme, y rellené más de 200 libretas con preguntas que me iba haciendo y las respuestas que alcanzaba a dar. Fue muy útil.

¿Suele releerlas?

– Sí, releo algunas y noto un cierto tono de frustración, rabia y tristeza en las primeras. Ya la vez, cierta arrogancia en las respuestas.

Cuenta que la relación con su pareja se ha terminado. ¿Es consciente de que, si sigue viviendo así, es poco probable que encuentre a alguien dispuesto a despojarse de todo y compartir su espacio y su vida?

– El momento más triste de estos cinco años fue el del final de la relación. Seguimos siendo amigos, como me sucede con otros ex. Creo que eso es importante porque han sido parte de mi vida. Soy consciente de lo que me dice, de la dificultad de encontrar a alguien viviendo como vivo. Por un lado, me entristece;pero por otro no quiero renunciar, y si llevar la vida tan maravillosa que llevo me obliga a algún sacrificio, lo haré. Porque ahora me siento más libre.

¿En qué sentido?

– Estuve años viviendo en una gran casa, con dinero, yendo a Milán a un restaurante o a Londres a una exposición o un estreno. Para mí los viajes eran lo importante. Pero ahora es muy placentero decir que mi vida se reduce a una maleta. La clave de la libertad es no tener nada. En cuando tienes algo, empiezan las responsabilidades y todo te exige tiempo. Eres libre en el momento en que no tienes nada.

Trabajaba en un programa humorístico en TV y le prohibieron reírse. Si su carrera profesional hubiese sido distinta, ¿habría continuado con una vida más convencional?

– En 'El Intermedio' lo que sucedió fue que el director me dijo que tenía que dejar de hacer algo que salía de mí. Mi naturalidad dejó de ser una baza a favor y no entendí por qué. También me prohibieron mirar a Chechu (El Gran Wyoming). Siempre estaré muy agradecida al programa, porque era poco más que una becaria y me dieron una gran oportunidad. Pero un día me dijeron que, como tarde o temprano iba a marcharme, me buscarían una sustituta.

«La meditación hace que seas capaz de callar tu propia voz interior»

REFLEXIÓN

Mostrar los defectos

¿Y pensaba marcharse?

– No. Yo ya había rechazado algunas ofertas, pero empezaron a hacer un 'casting' con alumnas de Periodismo de la Complutense y cada tarde, al llegar, veía sentada en mi silla a alguna chica leyendo el guión que yo había hecho la noche anterior. Eso fue mermando mi autoconfianza. Así que me fui. Pero no me marché al bosque por eso. Hubo muchas más razones. 'Niadela' ha sido como mi segundo vientre materno.

¿Qué tiene que suceder para que vuelva a vivir en la ciudad, en un piso, rodeada de gente?

– No lo sé. Hacer planes es bastante absurdo. Siempre hay algo que aprender de cada circunstancia vivida. Quiero poder seguir escribiendo, ese es el camino. Pero voy a dejar que el destino me muestre a dónde me lleva.

«Tratar de mostrarnos perfectos nos hace impenetrables»

CONFESIONES

Ya al final de su libro recomienda que evitemos sentir inquietud o miedo a cuenta de personas y hechos que no nos importan. ¿Debemos desnudarnos, metafóricamente, para ser felices?

– Sí, y no acabo de entender por qué es tan difícil. Creo que yo he hecho un ejercicio de honestidad porque muestro quién soy con todos mis defectos. Tratar de aparecer perfectos nos hace impenetrables. A alguien a quien todo le va bien le puedes envidiar, pero no te acercas. Mire lo que sucede en las redes sociales: todo el mundo se muestra perfecto y hermoso. Mientras, la realidad dice que la pobreza crece, los suicidios se disparan... Mostrando mi vulnerabilidad invito a los demás a mostrar la suya.

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