Una escombrera con mucho arte en Berlín
'La montaña del diablo' ·
Grafiteros de todo el mundo decoran los restos de la vieja estación de escucha de EE UU ubicada en esta colina artificialTeufelsberg, o 'La montaña del diablo' en alemán', es una de las reliquias que dejó la Guerra Fría en Berlín junto al muro, el Checkpoint Charlie y el Puente de los Espías. Esta colina artificial de 120 metros de altura, que recibe su diabólico nombre por el cercano lago Teufelssee, situado en el bosque de Grunewald, tiene una historia fascinante, que aún seduce a sus visitantes 35 años después de la reunificación alemana. Durante la Guerra Fría operó como estación de escucha de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y hoy alberga una de las mayores galerías de 'street art' o arte callejero de Europa.
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Fue Adolf Hitler quien encargó a Albert Speer, el arquitecto del Tercer Reich, la construcción cerca del lago de Teufelssee de la Facultad de Ingeniería Militar del Instituto de Tecnología de Berlín para formar a las nuevas generaciones de militares. Su objetivo era poner la educación al servicio de la ideología nacionalsocialista y su maquinaria militar.
El edificio de Speer formaba parte de la ciudad universitaria prevista en el marco del megaproyecto de 'Capital Mundial Germania', el nombre que dio Hitler a la proyectada renovación de Berlín para convertirla en una metrópolis digna de ser la capital del Tercer Reich. En 1937 se colocó la primera piedra, pero las obras se detuvieron tres años después al estallar la Segunda Guerra Mundial.
Tras la capitulación de la Alemania nazi y después de que el 80% del centro de la ciudad quedara destruido debido a los bombardeos aliados y los combates callejeros, Berlín quedó reducido a un montón de escombros. Las 'Trümmerfrauen' (mujeres de los escombros, en alemán) se dedicaron a limpiar los cascotes de la capital y otras ciudades para facilitar la reconstrucción del país. Pero eran tantos que no sabían qué hacer con ellos.
A finales de los 40 las autoridades berlinesas decidieron utilizar como vertedero el bosque de Grunewald, habilitando los restos del edificio de la Facultad de Ingeniería Militar como base estable para almacenarlos. Unos 800 camiones cargados con 7.000 toneladas de cascotes viajaban a diario a la zona, llegando a acumular 26 millones de metros cúbicos a lo largo de 22 años. Así nacía Teufelsberg, hoy la segunda cima más alta de Berlín.
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La rehabilitación de este área arrancó en los 50 con el vertido de arena y tierra para modelar el paisaje y la plantación de miles de árboles y arbustos para hacerlo más atractivo. Y aunque en un principio había planes para construir un centro recreativo para la práctica de deportes de invierno, británicos y estadounidenses decidieron en los sesenta utilizar la montaña con fines militares.
Dada su elevación, Teufelsberg se convirtió durante la Guerra Fría en un lugar estratégico, y la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) -servicio de inteligencia del Departamento de Defensa de Estados Unidos- estableció allí un puesto de escucha militar, con antenas y radomos para interceptar y recopilar información sobre las actividades del Bloque del Este. En los ochenta, unos 2.000 empleados estadounidenses y británicos trabajaban en tres turnos en Teufelsberg las 24 horas al día proporcionando valiosa información de inteligencia a sus países.
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Tras la reunificación alemana, las fuerzas aliadas se retiraron de 'La montaña del diablo' coincidiendo con el final de la Guerra Fría. Fue entonces cuando las instalaciones empezaron a utilizarse para controlar el tráfico aéreo, hasta que la ciudad de Berlín vendió el complejo en 1996 a un grupo inversor.
La oferta de David Lynch
Pero los planes para transformar Teufelsberg en un complejo de apartamentos, lofts y un hotel fracasaron, debido a la crisis financiera y a las protestas de los lugareños y artistas que querían preservar esta reliquia de la Guerra Fría. Incluso el director de cine estadounidense David Lynch quiso comprarlo en 2007 para construir un centro de meditación con la polémica Fundación Maharashi, pero las autoridades locales le denegaron el permiso.
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La montaña volvió a la vida tres años después, cuando un grupo de artistas urbanos procedentes del Tacheles, el emblemático centro okupa que reunió a creadores tras la caída del muro, comenzaron a transformar Teufelsberg con su arte y el permiso de sus propietarios, que en 2022 cerraron un acuerdo con el Estado de Berlín para que el complejo, ya declarado monumento histórico, fuera utilizado como centro cultural, científico y de investigación.
Grafiteros desconocidos conviven en Teufelsberg con artistas locales e internacionales aportando una nota de color a este fantasmagórico complejo que durante años estuvo abandonado. Destacan las obras de creadores urbanos como Fumo Miles, BustArt, Emma Rytoft, Dan Kitchener, Alaniz, El Bocho y Benzi Brofman, entre otros.
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Explorar el arte urbano de Teufelsberg permite salir de los circuitos turísticos trillados y descubrir la fascinante historia de este curioso lugar en las afueras de Berlín. Con unas magníficas vistas de 360 grados desde su azotea de la capital y alrededores, 'La montaña del diablo' es hoy un lugar fascinante donde historia y arte se dan la mano.
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