Esta frase salió publicada en 'El Crisol' hace ya más de seis años: «¿Cómo es posible que en verano, cuando el sol sigue luciendo con ... fuerza hasta las nueve de la tarde, el mascarón de proa del turismo riojano eche la persiana tan pronto? ¿Quién puede plantearse pernoctar o, incluso, quedarse a cenar allí? Cotejando horarios veraniegos de otros monumentos españoles, llegué a la conclusión de que, en efecto, San Millán cerraba a la hora de las gallinas (17. 30 h.): San Lorenzo de El Escorial (20 h.), Leyre (19.30 h.), Yuste (20 h.), San Juan de la Peña (20 h.), Museo de La Rioja (21 h.)...».
Esta semana, el monasterio de San Millán de la Cogolla ha anunciado su cierre al público hasta, si es posible, el puente de la Constitución. Alegan los frailes que pese al incentivo de haber abierto al público hace bien poco su valiosísima biblioteca, los turistas apenas se asoman a la cuna del castellano. Dueños de hoteles y restaurantes también se quejan de su soledad. Es cierto que en estos tiempos de pandemia todo es muy extraño, y más el turismo.
Pero San Millán lleva tiempo apostando por la ley del mínimo esfuerzo. Los horarios, como ya apuntaba en el 2014, dificultan mucho el margen de maniobra del viajero. mientras que la visita guiada a Suso en los últimos años resulta impersonal, acelerada y desilusionante.
Perdieron también su gran oportunidad, frailes y políticos, cuando en 2010 paralizaron las obras arqueológicas que habían hecho aflorar la iglesia original, de un Románico primoroso del siglo XI. En vez de rescatarla, echaron encima grava y losetas. Se veía venir.
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