Sorpresas en la fase 1

Las primeras preguntas que a uno le vienen a la cabeza, si esto es cierto, son: ¿Por qué el Gobierno no hizo gestiones con estos jefes de compras, con amplia experiencia en China? ¿Por qué ha preferido hacerlo de otra manera con tan malos resultados? Tal vez haya sido por no tener muy buenas relaciones con los propietarios de estas empresas –desde luego, no ayuda tener un vicepresidente que critica la donación millonaria, en sofisticado material para la lucha contra el cáncer, del principal accionista de esa primera empresa textil española y del mundo–. Si fuere por falso orgullo, por demostrar que el Gobierno puede hacerlo bien sin ayuda externa, sería peor, pues entraríamos en el pecado capital de la soberbia, que, si para un particular puede ser venial, para dirigentes políticos es mortal, de los que deberían llevar al infierno del ostracismo político.

Otra sorpresa de esta fase 1 es el resultado de la encuesta de seroprevalencia del COVID 19. Llama la atención que el 14,2% de los sorianos o el 11,3% de los madrileños tengan anticuerpos, mientras que sólo algo más del 3% de los riojanos los tengan. Algo no cuadra en esta encuesta. Es de suponer que el Instituto Carlos III ha seguido las normas que indica la Teoría de Muestras, a la hora de estratificar adecuadamente la muestra –hice esta especialidad de Estadística e Investigación Operativa y hay algo que no me cuadra–. Puedo entender que Madrid tenga tres veces más porcentaje de personas con anticuerpos que La Rioja, por eso de la aglomeración, aunque no me parece suficiente motivo, pues andamos parejos, proporcionalmente, en infectados y muertos, pero, que en Soria haya cuatro veces más, es difícil de aceptar. Sabemos que este coronavirus es muy raro, que tiene comportamientos extraños, pero tanto como para engañar a las matemáticas, me cuesta mucho creerlo.