De todo y de nada

Quien calla, no otorga

Martes, 2 de diciembre 2025, 22:01

Ocurre en la vida que nos encontramos en situaciones en las que no sabemos muy bien qué decir o qué hacer. Dilemas de diferente índole ... que hacen que nos planteamos qué posición o qué rumbo tomar. Las circunstancias que rodean a esas situaciones son todo lo diversas que nuestras existencias pueden llegar a ser. La enfermedad de alguien querido, una decisión importante sobre la familia, un conflicto o un punto final en una historia que parecía interminable. Los ejemplos pueden ser muchos, pero los sentimientos que nos habitan y despliegan en nuestro fuero interno no difieren tanto. Nos creemos únicos, cuando somos ejemplares de una misma especie y encaramos la vida de formas más similares de lo que a simple vista puede parecer. Aunque, claro, unas personas con más dicha que otras o, dicho en otras palabras, con mejores cartas de partida.

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En esa amalgama de circunstancias existe una en particular que provoca una guerra de sentimientos y pensamientos. Me refiero a aquellas donde el planteamiento versa sobre si es mejor elevar la voz o, por el contrario, resguardarla del frío que provocan las batallas dialécticas entre personas que no comparten punto de vista o que, aún compartiéndolo, no son capaces de pararse a escuchar a la otra parte o, simplemente, una de los bandos no tiene la menor intención de intentarlo. ¿Hablo? ¿Callo? ¿Argumento? ¿Me evado? ¿Qué hago? ¿Cómo acertar? Se dice que dos no discuten si uno no quiere, pero eso es relativamente cierto. Es posible que no des tu opinión en público, pero las referencias continuas a temas que te afectan personalmente hacen que la discusión pase del foro público al privado. Cierto es que dos no discuten de puertas afuera si uno no quiere, pero si las piedras caen en tu tejado, aunque no las devuelvas, hacen ruido en tu interior. Un ruido a veces ensordecedor que te hace pelearte contigo mismo intentando averiguar cómo pudimos llegar a este punto. ¿Eso no es discutir, aún sin interlocutor?

En estas situaciones, además, se transfiere la idea de que quien calla es cómplice con su silencio ¿Eso siempre así? ¿No echar más leña al fuego es igual a otorgar la razón? ¿En qué momento no bajar al barro es sinónimo de claudicación al punto de vista del otro? Me niego. Quien calla, no otorga. Quien calla, simplemente calla. Las razones pueden ser muchas, pero no siempre nacen de la cobardía de no querer enfrentar el conflicto. A veces, simplemente responde a la pregunta ¿Para qué? Argumentar contra fundamentalismos es correr hacia un muro en el que el único damnificado vas a ser tú. ¿Eso es ser valiente? Desde mi humilde opinión, no necesariamente compartida, no. Para mí eso es, y mucho me ha costado aprenderlo, respetarte. Porque el único compañero de vida, que siempre estará a nuestro lado, somos nosotros mismos y hay batallas que no merecen la pena que nos desmembremos por el camino. Y, a veces, el silencio es la mejor manera de autocuidarnos.

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