Ramón, Ramona, Ramoni
DICHO SEA DE PASO ·
La esencia del primer hombre libre de la familia está en nuestro ADNA mi hermana Ramoni nunca le ha gustado su nombre y como le venía grande, cambió la letra a por la i. Le llamaron así ... por nuestra madre y por el padre de ésta.
El abuelo Ramón nació en un cortijo en el que sus antepasados eran aparceros. Cuando se casó continuó la tradición familiar y allí también vinieron al mundo mi madre y mis tíos. Nada le pertenecía, ni una silla ni una espiga de trigo, todo era del amo, como en 'Los Santos Inocentes'. Así que nos contaba que en la República, la primera vez votó a la derecha porque se lo exigió el señorito, pero en la siguiente votó al Frente Popular. Recordaba emocionado el día que fue al mitin del político socialista Fernando de los Ríos y cómo regresó a su casa convertido en otra persona porque llevaba el carné de la UGT en el bolsillo de la chaqueta. Luego, como sabemos, vino la guerra y la perdió, enterró el preciado carnet en el suelo de la cocina pero nunca enterró sus ideas. Era un hombre pobre pero famoso por su generosidad. Su hija Ramona, mi madre, heredó su orgullo rayano en la terquedad, su buen corazón y su conciencia de clase. Aunque quiso ser maestra se tuvo que conformar con trabajos de limpieza y del campo. En la última etapa de su vida se apuntó al SOC (Sindicato de Obreros del Campo) organización muy importante en Andalucía por la defensa de los jornaleros. A ella le sirvió para conseguir una pensión digna y para que, cuando cayó enferma, sus hijos pudiéramos contratar a quien la cuidara.
Mi hermana Ramoni, además del nombre, heredó el orgullo y el corazón de sus tocayos. Con dieciocho años se vino a Logroño conmigo, aquí ha hecho su vida y aquí trabaja en el Gobierno de la Rioja. Por supuesto, en su momento, se sindicó, en este caso a Comisiones Obreras
Les cuento todo esto porque hace un año y medio en su lugar de trabajo se convocó una comisión de servicios para jefe/a de la Oficina de Empleo. Se presentaron ocho candidatos y cuando se adjudicó, ella pensó que los responsables políticos que componían el tribunal no habían valorado con suficiente objetividad sus méritos. Aunque había más afectados, sólo mi hermana se atrevió a demandar. Alguna gente, incluso de su entorno, la desanimó porque sabían lo difícil que era demostrar que llevaba razón. Tras algunas dudas y demasiadas noches sin dormir decidió que defender sus derechos era algo irrenunciable. Hace menos de un mes un juez le ha dado la razón, declarando nulo el acto que resolvía la adjudicación por indicios de desviación de poder. Ella está muy contenta aunque el beneficio personal no sea directo ni inmediato, porque como mi madre y mi abuelo, no actúa sólo por interés personal. Ramoni sabe que esa sentencia beneficiará a muchas personas, porque estos casos sientan jurisprudencia y servirá para que los responsables políticos de turno se lo piensen bien antes de favorecer o desfavorecer a alguien.
Son otros tiempos. Ningún nieto de mi madre se llama Ramón ni Ramona, pero la esencia del primer hombre libre de la familia está en nuestro ADN.
Y si los responsables políticos vuelven a hacerlo mal, Ramoni y su sindicato, dicho sea de paso, volverán a reclamar justicia.
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