Rafael y el ojo que todo lo ve
En un debate público por videoconferencia, cuando Internet todavía estaba en pañales, Rafael Azcona remarcaba la importancia que para el guionista tiene estar en ... contacto con la calle y saber observar todo lo que ocurre. El coloquio, en realidad, se convirtió en un monólogo, pues Bernardo Sánchez y yo no abrimos la boca. ¿Para qué estando Rafael? «Lo de escribir es tan solo ponerse frente al teclado. Dentro del ordenador están todas las palabras», comentó Azcona sin darse pisto y con su natural humildad. Al acabar, Bernardo Sánchez –guionista de 'Los europeos'– me comentó: «Rafael (Azcona) es como el ojo que todo lo ve y que todo lo procesa».
Entre finales de los 50 y principios de los 60, Rafael Azcona disfrutó durante años de vacaciones en Ibiza junto a sus amigos Ignacio y Josefina Aldecoa y Fernando-Guillermo de Castro. La masificación turística aún no había corrompido la esencia de lo auténtico. «Nunca como en la isla he sentido el significado de la libertad personal, lejos de la tristeza y la mediocridad del Madrid deprimente de la posguerra», escribió Azcona.
Sobre lo que vio y escuchó en la isla, sentado en una terraza, intimando con locales y extranjeros, trasegando noctámbulas copas, el escritor logroñés urdió 'Los europeos', novela que reescribió varios años más tarde.
Años 50. Antonio, un señoritingo tarambana, se va de vacaciones a Ibiza con Miguel, un delineante de su acaudalado padre: «¡Sesenta días de cachondeo! ¡Mi padre a miles de kilómetros, nosotros con dinero, y a nuestro alrededor una cohorte de mujeres sumiéndonos en el delirio amoroso! La isla está llena hasta los topes de extranjeras enloquecidas por el fuego del sol y de los hombres de España... ¡Dos meses en el paraíso, en un paraíso que se llama Ibiza!».
Sin duda, toda una enmienda azconiana al 'landismo'
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