A las ratas de mi barrio les da igual que haya luces de navidad. Este año hay muchas, ratas digo, y las he visto haciendo ... toda clase de cosas: cruzar la calle, alzarse sobre sus patas traseras para olisquear un contenedor o pegar saltos desconcertantes trazando en el aire ángulos y quiebros imposibles propios de una película de ciencia ficción. Hay muchas ratas, y a ellas les da igual si hoy es festivo o se trabaja y, como su mundo es otro, si van por la Plaza del Mercado y se encuentran con la bola navideña será por casualidad.
En una de esos primeros avistamientos yo me quedé quieto, mirando con curiosidad lo que parecía un gato pequeño que iba y venía por debajo de los coches.
- «Salen porque ha llovido mucho», me dijo un vecino que también observaba la escena.
- «¿Salen quién?», le contesté sin saber de qué me hablaba.
- «Las ratas. Como está lloviendo tanto se inundan sus madrigueras y tienen que salir a la superficie».
El universo de las ratas no es el nuestro, y solo en ocasiones así, por motivo de la lluvia o de una huelga de basureros, toman contacto puntual esas dos realidades. El mundo no es la película 'Ratatouille', pero resulta que al parecer hay más ratas por la ciudad, y un día que vimos una por Vara de Rey fui yo el que se hizo el entendido y con aires de gran experto expliqué a mis amigos que era culpa de las lluvias.
Hay plagas como esa que tienen un punto de novedad. La de los estorninos, sin embargo, viene con el calendario y se trata sólo de mitigarla como se pueda hasta el próximo año.
Luego están las plagas a las que ya nos hemos habituado como la de las palomas, a las que yo no termino de mirar con simpatía. De pequeños les echábamos pan y gusanitos, pero ahora las observo de forma distinta; hay una suciedad innata en ellas, y por eso cuando las veo lo que imagino son los solares abandonados y los vertederos donde comen, y esos altillos hundidos de tantas casas vacías donde crían y hacen su escandalera de plumas y de gorjeos.
Últimamente hay mucho de eso, mucho local cerrado y casa en ruina, demasiado solar con hierbas y con escombros; lo malo es que a esta nueva plaga que carcome la ciudad, por desgracia, también nos vamos acostumbrando.
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