Pues parece que el nombramiento de Pedro Sanz como Riojano Ilustre, no ha sentado del todo bien. Igual es una mera percepción personal, pero si ... me tuviera que jugar mi menguado y menguante sueldo, diría que no ha terminado de encajar bien. Francisco Ocón, exsecretario general del PSOE y diputado regional, y (al menos) dos de sus compañeras de bancada, Ana Santos y Nuria del Río, por ejemplo, ya han dicho que pasan de ir este jueves por la mañana a Nájera, que no tienen nada que aplaudirle a Pedro Sanz, el presidente omnímodo de La Rioja durante dos décadas. También creo que a Henar Moreno no le convence. Acúsenme de perspicaz, pero cuando alguien dice que el Gobierno «se ha pasado de frenada», menta la caseta de aperos (aquella que sufrió una paranormal metamorfosis a chalet) y asegura que su reconocimiento «empañará» el acto del Día de La Rioja, tiene pinta de que no le ha terminado de gustar el reconocimiento.
No lo entiendo.
Quién no recuerda aquellos debates parlamentarios de tono conciliador. Aquellas buenas palabras dirigidas a una oposición que, menguada que trataba como podía de interpretar su papel. Aquella forma elegante de ejercer las mayorías absolutas que los ciudadanos le habían concedido. Aquella transparencia con el embrollo de lo de Villamediana. ¿Nadie recuerda la de frontones que tienen pegada en el contrafrontis la placa con su nombre para que el pueblo pudiera divertirse? ¿Y el impulso de los centros en el exterior?
Que no, que es broma.
Sanz habrá hecho muchas cosas bien y otras tantas mal. Las mayorías absolutas, lamentablemente, no son sinónimo de infalibilidad. Tampoco ser presidente de La Rioja debería ser argumento suficiente como para que alguien (hoy o en próximos años) asciendan al altar de unos ilustres que deberían ser eso, ilustres. Para los demás ya hay placas.
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