No pidamos peras al olmo de la política
La plazuela perdida ·
Llevamos un tiempo, que a muchos se nos hace eterno, de política convulsa, a cuenta de los pactos que permitan formar gobierno en ciudades, comunidades ... autónomas y en la propia nación. La diversidad de dichos pactos, con algunas contradicciones incluidas, sin que el ciudadano atisbe acuerdos programáticos lógicos, sino más bien coincidencias de fines puntuales, hacen pensar a muchos que los políticos anteponen sus conveniencias de partido o personales a los intereses generales. Ya decía Cánovas del Castillo: «No hay más alianzas que las que trazan los intereses, ni las habrá jamás». Y parece que tenía razón.
Nos llama la atención cómo, en Europa, los políticos son capaces de llegar a acuerdos para gobernar, mientras que en España esto es mucho más difícil. ¿A qué se debe esta diferencia? Puede que sea por la propia idiosincrasia del político español que en campaña declara enemigos a todos los que no son de sus siglas -no tan enemigos como a los de su mismo partido, que no son de su cuerda, pero lo suficientemente enemigos como para que luego no pueda pactar con ellos-, emponzoñando de tal forma las relaciones, incluso las personales, que hacen difícil el futuro pacto.
Esa manía, muy extendida también entre la militancia, de ridiculizar constantemente a los partidos opositores perjudica las alianzas, pues cómo vas a pactar con aquellos a los que tratabas de mamarrachos.
Me ha sorprendido la lógica cartesiana del señor Valls, apoyando la elección de la señora Colau para evitar males mayores. Claro que Valls es de formación política europea y prefiere lo malo a lo peor y aquí se lleva más la actitud de «si no gobierno yo, mejor el caos» o, como acusaba el propio Valls, «cuanto peor, mejor» y a los intereses generales que les den, que no son los míos. Va a tener razón Emilio Castelar, cuando decía: «Las coaliciones son siempre muy pujantes para derribar, pero son siempre impotentes para crear». El ejemplo lo tenemos en lo fácilmente que se derribó el gobierno de Rajoy, mientras lo difícil que está resultando que Sánchez consiga un acuerdo. Si se mirase por el beneficio general, bastaría con que el PP se abstuviera, que Ciudadanos entrase en una coalición de gobierno, que Unidas Podemos -ese ridículo cambio de vocal les ha costado muchos votos, al dejar fuera del nombre a la mitad de los votantes- diese más facilidades, que...
En fin, una pena. Me temo que no podemos pedir peras al olmo de la política, porque parecen premonitorias las palabras de Bertrand Russell: «Los políticos se esfuerzan por hacer que lo posible sea imposible». Y eso que no era español. Aunque tal vez nos conocía. Digo yo.
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