Pelusas
«No hay manera de entender a Luis Cacho, que se enreda en su maraña de palabras hermosísimas: holístico, mayéutica, sincrónico...»
Toda la semana ha sido como volver a aquellos años felices, cuando salíamos de clase y entrábamos en esa nube de tabaco y ruido de ... billares de los recreativos. Nos poníamos detrás de algún chaval más mayor, le veíamos meter la moneda de 25 pesetas y mirábamos cómo apretaba los botones para matar marcianos o dar patadas a guerreros ninjas; entonces sabíamos si pasaba de pantalla o no.
«Estamos entre el síndrome de la cabaña y la sensación de invulnerabilidad». El psicólogo Jesús Jiménez Olarte nos lo explicaba en antena este viernes, porque hay más gente en la calle que pelusas de los chopos, y esto puede acabar como la canción de Ricky Martin, un pasito 'pa'lante' y un pasito 'pa'trás'. Lo confirmaba también en nuestra pantalla el director general de Salud Pública, Enrique Ramalle, quien dijo que lo de pasar de fase no es algo inamovible: «Esto no es como cumplir años, que avanzas y no hay marcha atrás». Igual que pasamos de pantalla, podemos retroceder. No será porque no nos lo avisaron. En esa idea insistía la Guarda Civil, quienes también nos relataron la cantidad de sanciones que están poniendo a lo largo y ancho de la comunidad; no hay manera.
Tampoco hay manera de entender a Luis Cacho, que se enreda en su maraña de palabras hermosísimas: holístico, mayéutica, sincrónico, diacrónico... Nos quedó una noticia digna de proyectarse en el festival Actual, un desfase. La pieza empezaba con estas preguntas al Consejero de Educación:
&ndash¿Qué criterios se van a seguir en cuanto a la decisión de qué alumnos se quedarán en casa y cuáles acudirán a las aulas?
&ndash Eso todavía no está decidido.
&ndash ¿En qué condiciones volverán los alumnos y cuántos por clase?
&ndash Tampoco.
Tendremos que esperar, aunque no tanto como Jorge y Pablo, que tras años de calvario han visto cómo la Justicia les ha dado en parte la razón. Sus sonrisas gigantescas no cabían en la pantalla; qué alegría trasmitían, cuánta verdad, aunque casi no podemos entrevistar a los dos: «Esta mañana, de la emoción, he roto el móvil», nos dijo Pablo; bendita avería. Esa sentencia sobrevoló el Parlamento de La Rioja, que volvió a su actividad aunque con una imagen insólita: casi vacío, de diputados y de contenido, aunque esto último no es nuevo. Mientras la gente llenaba los parques, nuestros políticos soltaban su palabrería en el Convento de La Merced: eco en el claustro, pelusas de los chopos en el aire, nada.
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