Nuevas tecnologías y progreso
La plazuela perdida ·
Uno de los primeros ordenadores que hubo en España, si no el primero, fue el IBM-7090 del Centro de Cálculo de la Universidad de ... Madrid, con el que tuve ocasión, en mi época de estudiante de Matemática Aplicada, de realizar algunos programas en lenguaje FORTRAN IV. Los datos había que introducirlos en fichas perforadas, una ficha por línea, y el ordenador ocupaba una inmensa habitación en la que la temperatura debía ser constante para que funcionase, por lo que no podíamos entrar al recinto. Años después utilicé los primeros ordenadores que llegaron a la enseñanza del Bachillerato, dando clase de Informática durante 25 años. Vamos, que yo tenía todas las papeletas para ser un adicto a las nuevas tecnologías: móviles, ordenadores, redes, etc., y, sin embargo, me aburren soberanemente y huyo de ellas todo lo que puedo.
Alguien dijo que uno es esclavo de su tiempo; otro precisó que hay que ser persona de tu tiempo. El problema, para mí y supongo que para muchas personas de mi generación, es que no tenemos claro cuál es nuestro tiempo, si el actual de las nuevas tecnologías, redes sociales y demás, si aquel otro de leer libros, reunirse con amigos e ir al cine, o aquel lejano de la niñez, sin agua corriente, sin apenas luz eléctrica, con la única información del 'parte' de Radio Nacional y de leer Nueva Rioja y en el que la vida era la calle, el río y el campo. Creo que es imposible encontrar una generación que haya vivido más cambios sociales y tecnológicos: hemos visto pasar del carro y las mulas a los aviones sin piloto; del arado romano a la agricultura que no necesita mano de obra; de vivir en casas como hace dos mil años, con los animales dentro y la cuadra como retrete, a las viviendas inteligentes; de un trabajo de subsistencia, sin moverse de un pequeño pueblo, a trabajos que requieren viajar por medio mundo...
Parecería lógico aceptar que los tiempos han cambiado para bien y que la humanidad ha mejorado mucho, pero tengo mis dudas, tanto en términos de felicidad como en términos de trabajo gratificante. ¿Seguro que es más sano y satisfactorio pasar 8 horas delante de un ordenador que pasarlas, por ejemplo, en trabajos agrícolas, ganaderos o forestales? Y para conseguir este nuevo estado de las cosas -de la vida y del trabajo- casi nos hemos tenido que cargar el planeta, trasladando, sin ningún sentido, mercancías y personas de un país a otro y contaminando sin orden ni concierto. Y el gran logro del siglo: el trabajo de la mujer ha sido utilizado para rebajar los sueldos, pues los salarios vergonzantes se notan menos, si se multiplican por dos.
Sí, aunque pueda parecer raro, me pregunto si todos estos avances tecnológicos han merecido la pena o nos llevan irremisiblemente a la destrucción. El tiempo lo dirá, aunque muchos no lo veamos. Los jóvenes sí. Desgraciadamente.
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