Motivación y eficacia militar

Ninguno de estos miles de ciudadanos rusos pueden sentirse mínimamente orgullosos con el asesinato, con el nuevo crimen de guerra de Putin, y sus generales están acogotados con el nuevo jefe de las tropas rusas en Ucrania, el controvertido Guerasimov, que se ha estrenado con un misil especial, el Kh-22, diseñado para destruir portaaviones en el mar, dirigido en cambio contra un edificio de apartamentos en Dnipro, la tercera ciudad más poblada de Ucrania. La hazaña bélica de Putin se apunta más de 20 muertos, 40 desaparecidos y un centenar de heridos. Otros civiles ucranianos, en diferentes ciudades, incluida Kiev, han sufrido el impacto de los misiles que sus defensas antiaéreas no han podido neutralizar, a pesar del alto grado de eficacia.

Aquí radica la gran cuestión para los países occidentales, europeos sobre todo, que apoyan a los ucranianos. Evitar una confrontación directa que pueda derivar en una escalada incontrolada con el uso de armas nucleares, aunque sean tácticas de corto alcance. Por lo visto sobre el terreno, este es el escaso pero mortífero bagaje ofensivo de los jefes del Kremlin, porque ni funciona su fuerza aérea, ni sus unidades de infantería y de blindados, ni su desfasada artillería, ni sus nefastas y anquilosadas comunicaciones, ni su supuesta superioridad en inteligencia.

La Corte Penal Internacional tiene mucho trabajo por delante con las acciones criminales de Putin contra los civiles ucranianos para machacar su resistencia y su moral. El efecto es el contrario y la capacidad de resistencia y de recuperación del territorio perdido es cada día mayor. La motivación es un elemento diferenciador total. Alemania se muestra reacia a enviar a Ucrania carros de combate Leopard como pide el presidente Zelenski, porque supondría que Moscú lo tomara como una agresión. A estas alturas de la invasión rusa, lo que es inaceptable es que Europa siga financiando a Putin con miles de millones de euros que paga por el gas y el petróleo ruso.