Saben esa sensación de querer decir algo y que la palabra no se concrete, que se te quede ahí, pegada en el cielo del cogote, ... con la boca medio abierta? Últimamente andamos así, boqueando como los peces, salvo porque ellos son silenciosos bajo el agua y nosotros verborreicos. Cuando veo las imágenes de la Vuelta Ciclista a España y escucho lo que dicen al respecto, soy incapaz de encontrar el término o la frase que describa lo que estamos viendo, que lo ordene y, por tanto, le dé sentido a la opinión que adoptas. Porque no sé ustedes, pero últimamente cada vez es más difícil coger postura si no es para dejarse llevar por la corriente. Y ya saben en qué nos convierte eso: en peces.
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Es la primera vez que el presidente del Gobierno ha usado la palabra genocidio para referirse a lo que está sucediendo en Gaza. Sánchez le ha puesto nombre. ¿Cómo llamamos nosotros a lo que está pasando en la Vuelta Ciclista? El deporte es un altavoz tremendo y el espectáculo de la carrera es el mejor escenario para elevar la presión frente a la inacción en Palestina. Pero a la vez, el cabreo monumental al ver cómo cae un deportista al suelo por culpa de las protestas no pone en pausa la indignación moral que supone ver cómo se arrasa un país en busca de terroristas, mientras se cierran los accesos a la ayuda humanitaria y se bloquea a la prensa internacional para que el mundo entero no vea lo que ocurre sino una versión de los hechos.
¿Cómo definimos entonces lo que está sucediendo en algunas etapas? Algunos lo llaman protestas pro Palestina, otros lo ven como un movimiento antisemita por ir contra el equipo Israel Premier-Tech, otros lo llaman boicot al deporte, o manifestación de radicales. Las consecuencias de usar las cámaras para protestar por la aberración de Gaza es que se frena la carrera, que alguno se ha caído, como Javier Romo, del equipo Movistar, que acabó en el suelo por la irrupción de un manifestante y se ha acabado retirando de la carrera.
La Vuelta ha recorrido el país y este fin de semana termina en Madrid, que se está blindando. «Ojalá le pongan la misma seguridad que a Begoña Gómez», ha dicho la presidenta Ayuso, como si fuera lo mismo una guerra que una causa judicial. «Las imágenes que estamos viendo son lamentables. La imagen de España está en juego», ha añadido su consejero de Presidencia. Y ahí, entre tantas declaraciones, es cuando se me ha quedado en el cielo del cogote la palabra que no acude, la frase que dé sentido a todo esto, porque ojalá estuviéramos hablando de la imagen de nuestro país por lo que puede hacer por Gaza, y no al revés. Ojalá no mordamos ese anzuelo.
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