Netanyahu se fue a Washington para adular a Trump y anunciar que lo ha propuesto para el Nobel de la Paz. Sigo atónita. Ocurrió poco ... antes del 30 aniversario de la matanza de Srebrenica, en la antigua Yugoslavia. En sólo seis días, más de 8.000 hombres y niños musulmanes bosnios fueron asesinados por tropas serbobosnias al mando del general Ratko Mladic, siguiendo órdenes de Radovan Karadzic. Ambos terminaron condenados por genocidio y crímenes de guerra, los más terribles cometidos en suelo europeo desde el fin de la Segunda Guerra mundial. Todavía hoy supuran las heridas de la masacre. Las lecciones no aprendidas nos llevan hoy a Gaza donde el dolor y el odio generado perdurarán por siglos. Se aproximan a 60.000 las víctimas de todas las edades en los bombardeos y ataques indiscriminados de Israel contra la población civil, sin olvidar, que los están matando de hambre y de infecciones por las condiciones en las que obligan a vivir a los gazatíes.
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Es un escándalo que alguien sobre quien pesa una orden de detención internacional por presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad por el exterminio de la población de Gaza se permita esta desvergüenza. En el comité noruego del Nobel deben estar perplejos. Ya se sabe que para caerle bien a Trump hay que halagarlo hasta que la miel parezca amarga. Netanyahu lo elogia porque busca en Trump el aliado incondicional para arrasar Gaza y llevar a cabo el 'maravilloso y precioso' plan que ambos comparten de expulsar a toda la población de Gaza, construir su complejo turístico y si es necesario un campo de concentración, un gueto donde esconder a los supervivientes que no hayan matado o expulsado. Mucho hace que sabemos que lo de acabar con Hamás, en respuesta al salvaje atentado, ya no es el objetivo. Netanyahu necesita la guerra para mantenerse en el poder y eludir sus procesos por corrupción. Quieren obtener el control geoestratégico de Oriente Medio reordenando las alianzas. Por supuesto, la legalidad internacional se la pasan Trump y Netanyahu por donde todos sabemos. Sin leyes volvemos a la Prehistoria. Nadie va a pararlos, tampoco Europa para nuestra vergüenza.
Es evidente que ya no se admira a líderes humanos, justos y tolerantes sino a los que parecen fuertes sólo por practicar la crueldad y la humillación de los más débiles. Sepan que los fans de Trump critican al director de cine, James Gunn, por el perfil tan humano de su nuevo Supermán. Ha apostado por una historia sobre la amabilidad con la que muchos pueden identificarse. Cree que, tal y como está el mundo de polarizado, «el acto más rebelde que puedes hacer hoy en día es ser amable». Añado que si la concordia internacional derrotara al imperio de los crueles, el mundo sería un poco mejor. Para nuestra desdicha Supermán no vendrá a salvarnos.
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