Entre visillos

Ignorar la historia

El nivel de degradación de la política española me desazona e inquieta porque deteriora la democracia. Crece el desapego social pero, por paradójico que parezca, ... la polarización extrema incrementa el número de adeptos hacia las posiciones políticas de quien más ruido produce. Están al alza los más sectarios e intolerantes. Aunque el fanatismo está reñido con la racionalidad, es esa fidelidad la que abona el camino a la idea expresada por Maquiavelo: «el que engaña encontrará siempre quien se deje engañar». Pero sólo se engaña quien quiere ser engañado. Crecen los hooligans y el sectarismo impide debatir y llegar a acuerdos sobre lo importante para el ciudadano.

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La carencia de ideas da paso a un festival de insultos. Cuando no hay respeto sino agresividad verbal, el final sólo puede ser el desastre. Aunque no nos engañemos, a políticos como Isabel Díaz Ayuso insultar le ha dado muy buenos resultados. Desde que llamó 'hijo de puta' y otros disparates al presidente del Gobierno, las cosas le han ido muy bien. Más allá de su terrible gestión contra la sanidad y la educación públicas, sus votantes la adoran. En tono barriobajero y tabernario afirma que a la ministra de Sanidad le gustan los porros, o sea, que es una drogadicta. Feijóo, que no venía a insultar, le aplaude la gracia y para salvarnos del descalabro que amenaza a España dice que hay que elegir entre 'mafia y democracia'. Convocar una manifestación e insultar son su única propuesta alternativa.

Estos días las cloacas del Estado apestan el ya saturado hedor ambiental. Una tal Leire Díez, militante socialista, compite en los albañales con el siniestro Víctor de Aldama complicado en corruptas tramas políticas y defraudación a Hacienda. Junto a ellos, no podemos olvidar al secretario de Estado de Seguridad de Mariano Rajoy y de su ministro, Jorge Fernández Díaz, Francisco Martínez recién ingresado en prisión por una trama de blanqueo de capitales y robo de datos, sin omitir, sus implicaciones en la 'policía patriótica' que investiga la Audiencia Nacional. El gobierno debe dar explicaciones pero la oposición no puede dar por bueno lo que afirma cualquier presunto delincuente.

En medio de la ciénaga ha renacido Esperanza Aguirre, mentora de Ayuso y de Milei en España. Afirma que no cree en el estado del bienestar y tampoco que éste deba garantizar ni la sanidad ni la educación a los ciudadanos. Ha soltado que en España «a la larga, la dictadura (de Franco) fue mejor que la República». Estoy con el historiador Julián Casanova: «Sí, señora: y la Alemania de Hitler mejor que la República de Weimar; y Mussolini mejor que el sistema liberal italiano. Dicen que los jóvenes prefieren la dictadura a la democracia. Pero tienen maestras». Es muy peligroso ignorar la historia cuando soplan vientos del pasado.

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