Entre visillos

Corazón helado

En el proceso del duelo cada minuto se vive como una eternidad, la memoria se niega a traicionar de olvido a la persona amada. Qué ... decir cuando la muerte es prematura y sucede en una catástrofe gestionada con una negligencia que ignoró todas normas de prevención de catástrofes. Si humano es que el dolor aflore teñido de una rabia incontenible, también lo es escuchar a las familias y acompañarlas en el desconsuelo. Desconozco cuál es el color de la memoria, pero creo que en esos ochenta municipios, Massanassa, Paiporta, Catarroja, Picanya, Picassent, Benetússer, Torrent, Alfafar... la pena y los recuerdos tienen el color del barro y el sabor del desamparo.

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Los familiares, como al poeta de Orihuela ante la muerte de su amigo, andan todavía sobre rastrojos de difuntos y, sin calor de nadie y sin consuelo, repiten con él que temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada. Como el poeta no pueden perdonar a la muerte, ni a la vida desatenta, ni a la tierra ni a la nada. Solo quieren regresarlos y abrazarlos. Naiara, que perdió a su marido en las torrenteras de la dana, lo declaró consternada: «En mis sueños he intentado tantas veces salvarte». Muchos niños y también mayores no pueden dormir cuando llueve, siente que es el aviso de que ese monstruo puede volver a visitarlos. La cruda realidad da cuenta de las muchas secuelas psicológicas y de todo tipo que perduran en miles de valencianos.

Viendo el funeral de Estado era inevitable no sentir un nudo en la garganta, imposible no quedar envuelto en esa pena negra que penetraba el ambiente. Era imposible no conmoverse ante tal concentración de dolor, dignidad y, cómo no, de rabia contenida en los familiares de las 229 personas fallecidas en Valencia, las 7 de Albacete y una de Málaga. La última en intervenir, Virginia Ortiz, fue rotunda: «Las inundaciones son en España el fenómeno natural que más muertes provoca, pero no fue este fenómeno el causante de la catástrofe que hemos sufrido. Es quien omite su deber, a sabiendas de que su omisión puede suponer la pérdida de vidas humanas quien comete el acto primigenio que deriva en sus muertes».

Dijo el Rey: «Todos deseamos que algo así no vuelva a ocurrir. Pongamos todos de nuestra parte para impedir que se repita». Tomen nota, todos es todos, esa es la clave. El miércoles, millones de españoles abrazamos con afecto tantos corazones rotos. Pero justo es contar que allí también hubo alguien de corazón helado que, por primera vez, se sintió solo. Era como un apestado, nadie quería hablar con él, nadie le aplaudía como hicieron por la mañana 160 cínicos de su gobierno. Huía de la realidad pero la realidad lo ha alcanzado. Entre tantos corazones ahogados por la pena surgió la rabia y rompió el silencio: ¡Mazón, dimisión! Es el final de la escapada.

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