MARAVILLOSO ORGANISTA
Una escueta línea casi al final del amplísimo programa de fiestas de San Bernabé, repleto de recreaciones, degustaciones, mercadillos, batallas, procesiones e históricos rituales, ... se convirtió en la más impresionante ofrenda a nuestro Santo Patrón que puedan imaginar: estoy hablando del sensacional concierto de órgano que interpretó en La Redonda el increíble organista italiano Paolo Oreni. La menuda figura de San Bernabé sobre sus andas con su relicario y su estandarte, que presidía la cabecera de la concatedral, parecía embargada por la emoción. Les aseguro que será difícil que vuelva a oír un concierto de este nivel en los días de mi vida.
Para empezar, el programa elegido era un acierto supremo, con solo cuatro obras imponentes, de gran lucimiento para el intérprete, poniendo a prueba sin descanso su perfección técnica y expresiva y explorando todas las posibilidades y sonoridades del instrumento. Como no podía ser de otra manera abría el concierto el gran padre Bach con su Toccata, adagio y fuga en do mayor BWV 564 en una versión exquisita de Paolo Oreni, con articulaciones muy personales de gran talla musical y resolviendo la fuga en absoluta perfección. Mozart, que fue tremendamente prolífico en todos los géneros y formas musicales, nos dejó sin embargo unas poquitas obras para órgano, así que Oreni optó por seleccionar en segundo lugar una brillante transcripción para órgano del gran organista Jean Guillou del Adagio y fuga en do menor KV 546 de Mozart, obra escrita inicialmente para cuarteto de cuerda. Daba gusto ver que registraciones tan ricas de matices y bellas sonoridades utilizó Oreni a lo largo de toda la obra.
El concierto se llenó de virtuosismo y espectáculo con la siguiente obra de Liszt, el poema sinfónico Prometheus en deslumbrante transcripción también de Jean Guillou (profesor de Oreni en Paris y Zürich). Era un privilegio escuchar el concierto disfrutando además de la imagen en pantalla gigante atenta a los detalles interpretativos tanto en los teclados manuales y tiradores como en el espectacular uso del pedalero. Esta transcripción para órgano potencia más si cabe la capacidad descriptiva de la obra orquestal y lleva al intérprete al límite de sus posibilidades técnicas y virtuosísticas en un formidable y agotador espectáculo de total emoción. La cuarta obra era nada menos que el Allegro vivace de la Sinfonía nº 5 de Widor, obra también espectacular para brillo de todos los grandes organistas y Paolo Oreni es uno de esos grandes.
Nos habían advertido que era conveniente esperar al final del concierto para aplaudir, pero resultó imposible reprimir la emoción y los aplausos sonaron espontáneos al final de cada una de las obras. Completó el programa en triunfo con una excelente y brillante improvisación sobre el tema local 'Ya se van los pastores a la Extremadura' y como bis la célebre Toccata en re menor BWV 565 (sin fuga). Créaname, ¡algo inolvidable!
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