Una mala gestión
LA PLAZUELA PERDIDA ·
Que se está llevando a cabo una mala gestión de la pandemia, creo que no lo duda casi nadie. Al principio, podían disculparse los fallos, ... propios de la novedosa situación, la falta de reflejos, las lógicas dudas..., no tanto el empecinamiento en las manifestaciones del 8 cho de marzo, en tardar en suprimir los vuelos con Italia y en hacer caso a las voces sanitarias que alentaban el confinamiento, pero, después de casi dos meses, hay cosas que llaman la atención y no precisamente para bien. Sorprende que todavía sigan contándose los nuevos casos por miles, lo cual hace pensar que el contagio es familiar y nos lleva a la pregunta «¿por qué no se hacen test masivos?». Supongo que la respuesta es «porque no hay» y eso indica mala gestión. ¿No hay tecnología española para fabricarlos? Así sabríamos a que atenernos. Esa especie de estadística que dicen que van a hacer, con treinta mil familias, parece que nunca se empieza. Después de 50 días, es inaudito que no haya geles hidroalcohólicos, guantes desechables y mascarillas suficientes para todos en las farmacias; porque supongo que sí hay empresas que los pueden fabricar, lo cual nos lleva también a la mala gestión. Y lo más preocupante es que los sanitarios se han contagiado masivamente porque no han tenido material adecuado para todos, espero que ya lo tengan. De La Rioja no hablamos –de Santo Domingo menos– porque creo que hemos batido el récord mundial de contagiados, a pesar de la especie de censura que no nos permitió saber, en su momento, cómo estaba cada ciudad y dónde podíamos ir a comprar, los de los pueblos, con menos riesgo.
La gran pregunta es: ¿a qué se debe esta mala gestión? Tal vez a incapacidad de los gestores. Quizá esa teoría de que lo que importa es la ideología y que un político sirve para todo, no es cierta. A lo mejor hay que fijarse en la capacidad para el cargo y dejar de nombrar para altas responsabilidades a políticos afines; olvidarse de cuotas y demás zarandajas y utilizar al mejor para cada puesto. ¡Qué envidia me dan los alemanes y la canciller Merkel! También es posible que los asesores no lo hayan hecho bien. Quizá haya que mandar a casa a muchísimos de esos asesores, sobre todo políticos, que asesoran poco y mal.
Mi amigo Julio decía en su columna, muy gráficamente, que no hay que pararse en mitad de un río, sino cruzarlo; por eso hemos de participar todos –políticos de cualquier signo incluidos, que la colaboración de la oposición tampoco ha sido para tirar cohetes– y acabar con esta pesadilla; pero puede que, como decía un presidente autonómico, esta pandemia se lleve por delante a toda la clase política española. Probablemente deberá ser así, pero cuando hayamos llegado a la otra orilla. Si acabamos aprendiendo a nadar.
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