Sin canciones tristes

El dúo madrileño formado por Sandra Merino (voz, guitarras y piano) y Álex Gallego (batería), con Javier Vittone (guitarra, bajo y sintes), se ha ganado a la gente desde el principio con 'Yo estaré ahí', 'El laberinto' o 'Ajedrez' con adelanto de los nuevos temas todavía inéditos de 'El bosque', su tercer y próximo disco. Su concierto, sofisticado, íntimo por momentos y definitivamente bailable, ha tenido detalles memorables, como un guiño a LOL ('Allí donde solíamos gritar'), y conjuros sanadores como 'Precipicio', con lucecitas y ella entre el público logrando el silencio más difícil del festival y la atención de todos. De su primer éxito, bendecido por Izal, 'Cerca del invierno', a canciones a punto de salir, como 'Un clásico', Merino fueron justamente eso, «el típico clásico».

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Antes que ellos, por el escenario de Franco-Españolas han pasado Celia (voz), Nico (voz y guitarra), Irene (violín), Lucía (trombón), arropando a Jorge Garde (guitarra y voz), junto con Pablo (guitarra), Jose (bajo) e Iker (batería). La gran familia que forma Paipo, en la que todos aportan sabor y saber, es ejemplo de los buenos músicos jóvenes de la ciudad, nuevas generaciones de currantes de la escena, con buenas referencias desde el latin jazz y el ska a la canción urbana más del momento con letras poéticas y amables. Gente que aprende rápido e incluso puede enseñar un par de cosas a los viejos del lugar: solidaridad creativa y saber estar en el escenario con más disfrute que solemnidad.

Acierto siempre de los Vermús de Actual dar espacio a las buenas bandas locales como Paipo, que ha hecho un bolo interesante de escuchar y obligatoriamente bailable si tienes sangre en las venas, con temas propios como 'Jaguar', 'Calypso' y 'Esto no lo ponen en la tele'. Aparecieron –como luego cantó Merino– y se me borraron todas las canciones tristes.