Quevedo, durante un concierto en el Martín Carpena. Rocío Nadales

Quevedo en patinete

A la última ·

No se trataba del líder del conceptismo, sino del líder del reguetón

Dijo: «Mi proyecto de vida es conocer a Quevedo». Y me emocioné. Un adolescente, con su cuerpo pintarrajeado de tatuajes y el cabello dividido en ... tres partes de diferentes colores, comentaba a sus amigos que tenía un objetivo vital noble y filológico: aproximarse a la obra literaria de don Francisco de Quevedo, descifrar sus imágenes y metáforas… ¡Iluso! No se trataba del líder del conceptismo, sino del líder del reguetón. Los 'quevedos' montaron en sus patinetes y se largaron acera arriba. Me los volví a encontrar 300 metros más adelante. Un caballero los había parado y les afeaba que circularan por la acera.

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«¿Quién lo prohíbe, el pu… Perro Sanxe?», preguntó el quevedesco y sus colegas rieron. Otro argumentó muy serio, con la seguridad de quien tiene como proyecto de vida la historia de España: «Con el abuelo Franki, ibas como querías, era un crack». Sus colegas volvieron a reír y siguieron su paseo por la avenida principal de mi barrio, que por la mañana parece el paseo marítimo de Benidorm. Tras la regañina y rodeados de puretas gruñones, los muchachos prefirieron bajarse de los patinetes y empujarlos sin perder ese estilo desmadejado e indolente que caracteriza a los menores de 18.

Unos metros más allá, estuvieron a punto de arrollar a una señora que, tras reponerse del susto, se resignó benevolente: «¡Bah, adolescentes!» Era mera descripción, pura constatación de la realidad, pero ellos se lo tomaron como un insulto y replicaron: «Adolescente lo será tu madre». La señora no perdió el control: «¡Qué más quisiera ella!». Y los paseantes sonreímos y seguimos nuestro camino atentos a nuestro proyecto de vida: que no nos atropelle un 'quevedo' en patinete.

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