¿Importa el relato?
LA PLAZUELA PERDIDA ·
La importancia que se le da al relato, en cualquier situación bélica o prebélica, está fuera de toda duda; después de una guerra ya no ... tiene tanta importancia porque el relato lo hacen los vencedores; no hay más que ver cómo, en las dos grandes guerras europeas, el relato de los aliados era 'la verdad', callando lo que interesaba, por ejemplo las violaciones de mujeres, y exaltando lo conveniente. Así se ha hecho siempre, salvo el curioso caso de la Guerra Civil española, que tiene relato de las dos partes. Últimamente, la obsesión por controlar el relato, de lo que sea, pasa por encima, incluso, de la propia realidad. Las dictaduras han sido especialistas, mientras duraban, en controlar todo, sin ningún rubor, y no les han dolido prendas ni siquiera a la hora de nominar el organismo encargado de este control: ministerio de propaganda.
En las democracias, creíamos inocentemente que la propaganda ya no era importante; lo era la realidad, pero estábamos equivocados y lo más importante parece que es el control del relato. Casi todo lo que se hace, con cualquier gobierno, desde el sector público, va acompañado de su correspondiente propaganda. De un tiempo a esta parte los pueblos de España se han llenado de carteles, anunciando tal obra o cual proyecto, como si hubiera que venderlo al público. Sí, es la importancia que se le da al relato.
Este querer apropiarse del relato, que la política ha llevado al extremo, está alcanzando a cuestiones que deberían quedarse en la realidad y, por tanto, fuera del relato. Por ejemplo todo lo relacionado con la pandemia del coronavirus. Estamos asistiendo, atónitos, a una carrera por capitalizar el relato que, desde fuera, nos parece absurda, cuando no hiriente, pues es tan importante y dramático lo que está ocurriendo que nos importa un bledo, de momento, quién es el culpable de esto o quién es el conseguidor de lo otro.
Si esto se ciñese a los límites de la política, no nos extrañaría tanto, aunque nos doliese, pero es que también se da en chats y redes, como si nos hubiese entrado a todos una politización inevitable que busca culpables en 'los otros' o, simplemente, intenta embarrarlo todo. Es incomprensible que el 90% de la información circulante en las redes, sobre el coronavirus, en ciertos momentos, fuera mentira, fueran bulos, eso que los modernos llaman 'fake news'. ¡Es que estamos todos locos! ¡Es que hay grupos antisistema a los que todo les vale para arruinar al Estado!
Es tan delicada la situación, con más de diecisiete mil muertos oficiales –hay quien dice que realmente son muchos más–, que ya es hora de mandar a paseo el relato y centrarse en lo que importa, en la realidad. Pura y dura.
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