De héroes y villanos
La plazuela perdida ·
Ya sabíamos que «De héroe a villano hay un paso»; lo hemos podido comprobar con el hombre que salió en defensa de una mujer, que ... estaba siendo atracada y, por su exceso de celo en recuperar el bolso robado por el toxicómano, que acabó muerto por una fatalidad, puede acabar en la cárcel, además de ser sancionado con ciento ochenta mil euros. No entro a valorar la sentencia judicial, ajustada a derecho, sin duda, pues no estoy capacitado para ello, pero, probablemente, hará que los ciudadanos se lo piensen mejor, antes de intentar ayudar, pongamos por caso, a una joven a la que están intentando violar.
Sí, que de héroe a villano hay un paso, lo puede atestiguar la diputada autonómica de Podemos, Raquel Romero, que ha pasado, en los diez minutos de gloria a los que toda persona tiene derecho en su vida, de ser la heroína que iba a conseguir tres consejerías para su partido, a ser la villana que no ha permitido un gobierno «de progreso» -eso dicen y así lo llaman- después de más de veinte años de gobierno de la derecha.
Bueno, ni tanto ni tan calvo, ni salvadora de nada ni culpable de nada. Lo único que queda bastante claro es la jarcia en que se está convirtiendo Podemos. Ya sabíamos de la tradición izquierdista de promover divisiones, dimisiones y líos -y, cuanto más a la izquierda del arco parlamentario, más jaleos- pero lo de Podemos roza el esperpento: demandas entre sus dirigentes riojanos, cambios, dimisiones, obligadas o no, divisiones internas... Se unen a Izquierda Unida para las elecciones y, a las primeras de cambio, votan de diferente manera en la investidura... En fin, lo más parecido a un circo político al que le crecen los enanos y rasuran a la mujer barbuda.
No sé quién tiene razón, en el asunto de la investidura, porque los socialistas también tienen que aprender a gobernar en coalición, que no es otra cosa que compartir el poder; da la sensación de que lo que prima es colocar, en los puestos de libre designación, al mayor número de conmilitones. Eso me parece el punto débil de nuestra democracia: el exceso de puestos, con sueldo, de libre designación y que, a mi manera de ver, desvirtúa demasiado los verdaderos intereses públicos, pues me temo que se puedan dejar de lado ante la posibilidad de los puestos.
Hay que hacer las cosas con más cabeza, como el asunto del carril bici en Albia de Castro, que queda muy bonito y muy moderno, además de ser muy beneficioso para el medio ambiente, llenar la ciudad de carriles para bicicleta, pero aún estoy por ver circular algunas bicicletas por esos carriles. ¡Y mira que llevan años! Quizá, a base de llenar Logroño de esos carriles-bici consigan que los logroñeses cojan la bicicleta. ¡Ojalá!...Pero no lo acabo de ver.
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