Cuando denomino 'generación 00' no me refiero a que sea una generación vacía, aunque para algunos pueda ser discutible; tampoco a que tenga que ver ... con la llegada de James Bond, el Agente 007 –esa sería mi generación–; me refiero a los jóvenes nacidos en un entorno del año 2000, entorno abierto de radio aproximado de cinco años; en ella estarían algunos de los que llaman millenials, generación X o, incluso, generación Z. A esta generación pertenecen esos grupos que vemos en todos los lugares, paseando sin mascarilla, sentándose bien juntitos y que parecen pregonar que esto de la pandemia no va con ellos. Y suelen ser asiduos del ocio nocturno discotequero o del botellón. O sea, los que son un peligro para sus familias y para la sociedad.
Es cierto que la inconsciencia, la falsa sensación de invulnerabilidad y el atrevimiento de creer que el mundo es suyo es propio de las edades tempranas, al igual que es cierto que en cualquier regla hay excepciones y que al hablar de una generación no se puede meter a todos sus elementos en el mismo saco, pues hay honrosas excepciones. Cuando veo, en una comunidad pequeña a un grupo de 15 o 20 muchachos, de estos '00' que no respetan las normas sanitarias del momento delicado que vivimos, pienso que solo queda rezar para que uno de ellos no resulte contagiado pues, en ese caso, sería inevitable el contagio de casi toda la comunidad.
Se nos ha venido insistiendo, incluso desde estrados políticos, que es la generación más y mejor preparada de la historia, lo cual siempre me ha sorprendido, pues si les sacamos de las nuevas tecnologías, salvando las excepciones que afortunadamente hay, y rascamos un poco bajo la apariencia, me temo que no saldría demasiada formación. Sé que es duro lo que estoy diciendo y que debería llevar a una reflexión sobre la enseñanza, pero esto sería tema de otra columna. De lo que sí me da la sensación cuando veo a esta supuesta generación con la mayor preparación de la historia saltarse las normas para prevenir contagios, con absoluto desprecio al peligro que generan, como si esto no fuera con ellos, es de que estamos ante una generación insolidaria, egoísta e incapaz de sacrificarse y olvidar por un tiempo sus apetencias.
Decía Pablo de Tarso: «Aunque sepas hablar la lengua de los ángeles, si no tienes caridad, de nada vale». Ya sé que no está de moda citar al de Tarso y que la mayoría de la generación 00 no sabe quién es, pues ya no se estudian estas cosas que nos permiten saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Pero me temo que a estos muchachos, que tan bien dominan las nuevas tecnologías, les falta algo mucho más importante. Les falta caridad.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión